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Uno de los métodos más conocidos y extendidos para bajar rápido de peso es la llamada 'dieta relámpago'. En esta época se hacen especialmente populares con la llegada del verano, las vacaciones, las bodas, comuniones, bautizos y otros eventos. Sin embargo, los doctores, entrenadores, nutricionistas y expertos de distinta índole no están tan de acuerdo con que se implemente este tipo de dieta. Y es que, la dieta relámpago, es aquella que promete una pérdida de peso grande en un periodo de tiempo muy corto. Esta dieta suele ser bastante restrictiva y se excluyen grupos de alimentos esenciales en una dieta equilibrada y saludable. Por ello, los especialistas, recomiendan pensárselo dos veces antes de iniciar una dieta de este tipo.
Cómo se configura una dieta relámpago
Las dietas relámpago se sustentan sobre tres patas esenciales que definen este tipo de régimen alimenticio. El primero es obvio; la pérdida de peso rápidamente. Este es el objetivo principal en un corto plazo.
Para conseguir este objetivo tan ambicioso, debemos seguir el segundo punto; las restricciones alimentarias. Normalmente, estas restricciones, implican la eliminación de ciertos grupos de alimentos que son esenciales en una dieta equilibrada, sana y saludable.
Esto deriva en la tercera pata que define una dieta relámpago y es la sostenibilidad. Al ser una dieta tan 'ambiciosa' no es fácil mantenerla en el largo plazo, por no decir imposible. Esta dieta no te lleva a un estilo de vida más saludable, si no a la gran pprobabilidad de tener un efecto rebote que te haga recuperar el peso que has perdido.
Razones para no seguir una dieta relámpago
Existen múltiples razones que justifican el hecho de no seguir una dieta relámpago. Por ello, lo que recomiendan los expertos es que se siga una dieta progresiva, sencilla de cumplir y que no excluya grupos de alimentos o alimentos saludables y esenciales en una dieta equilibrada.
El efecto rebote es uno de las razones por las que no debemos seguir este tipo de dietas. Esta pérdida de peso suele deberse a la pérdida de agua y músculo en vez de la pérdida de grasa. Esto provoca un efecto rebote cuando se vuelve a una alimentación normal.
Además, como ya se ha mencionado, en estas dietas se excluyen alimentos que son objetivamente buenos. Esto puede causar ciertas deficiencias nutricionales, lo que puede afectar en la salud a largo plazo. Algunas dietas pueden acabar causando cálculos renales, problemas cardíacos o problemas digestivos.
Por último, pero no menos importante, existe un alto riesgo de sufrir un daño psicológico. Las dietas restrictivas pueden afectar negativamente en la autoestima y aumentar el riesgo de sufrir trastornos alimenticios.
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