La vocación no es solo una profesión. Es una inclinación natural hacia algo que da sentido a nuestra vida. Es ese punto en el que se cruzan lo que se te da bien, lo que te gusta, lo que el mundo necesita y por lo que te pagarían, como nos describe Sara Manzaneque. Un concepto muy ligado al ikigai, término japonés que significa “razón de ser” y que se ha convertido en un 'bestseller' global.
Talento, profesión y vocación
El talento, por su parte, puede ser innato, pero también puede trabajarse. Como explica Ken Robinson en su libro 'El elemento', todos tenemos un talento natural, pero solo lo encontramos cuando descubrimos ese espacio donde lo que amamos hacer coincide con lo que se nos da bien.
Y aquí entra en juego otro concepto clave: las inteligencias múltiples. Fue Howard Gardner, psicólogo de Harvard, quien identificó que no existe una única forma de inteligencia. Aparte de la lógico-matemática y la lingüística (las únicas que valora el sistema educativo tradicional), existen también la musical, la espacial, la corporal-kinestésica, la interpersonal, la intrapersonal y la naturalista.
Las claves para descubrir tu talento
- Haz memoria: piensa en lo que disfrutabas hacer de niño, antes de que el sistema te dijera qué valía la pena.
- Escucha tu energía: ¿qué actividad te carga de energía en lugar de drenártela?
- Pregunta a tu entorno: a veces los demás ven nuestras fortalezas antes que nosotros.
- Prueba cosas nuevas: salir de la zona de confort es el mejor atajo para encontrar lo que realmente te mueve.
Pasión, propósito y plenitud
Estamos viviendo una época donde se habla más que nunca del "propósito de vida". Y no es casual. En un mundo hiperconectado y automatizado, vivir sin sentido puede convertirse en una forma lenta de desconexión emocional. Cuando no ponemos pasión a lo que hacemos, como enfatiza Sara Manzaneque, empezamos a desconectarnos de nosotros mismos.
Por eso, la IA no es el enemigo. Al contrario: puede liberarnos de tareas mecánicas para que pongamos foco en lo que solo los humanos sabemos hacer bien: conectar, crear, sentir y liderar. Y eso requiere talento, vocación y propósito.
No se trata de ser el mejor en todo. Se trata de encontrar ese lugar donde podemos ser nosotros mismos, brillar con luz propia y, por qué no, aportar valor real al mundo.
Comentarios