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El calor, para muchos, es ideal. El verano se disfruta mucho por las vacaciones, la playa, la piscina... Sin embargo, para otros, la llegada del verano, es un momento de agobio y angustia. Este estado se produce como consecuencia de diversos motivos, como por ejemplo, la intolerancia al calor o las fluctuaciones del estado de ánimo en relación al clima. Y es que, aunque pueda parecer inverosímil, la temperatura, el sol o la lluvia pueden modificar el estado de ánimo y cómo nos encontramos a nivel psicológico. Por ello, la llegada del calor, puede hacer que ciertas actitudes cambien y se vean modificadas en muchas personas.
El calor como estrés ambiental
El calor puede incidir en cómo nos comportamos y el estado de ánimo que tenemos. Y es que, este, puede actuar como un estresor ambiental que aumenta la irratibilidad, la tensión o los enfrentamientos y conflictos interpersonales.
Además, las altas temperaturas, pueden generar incomodidad física y una gran dificultad para mantener la calma en un ambiente caluroso. Todos estos matices pueden contribuir a que las respuestas emocionales de quien padece estas sensaciones sean notablemente negativas.
Sin embargo, el calor, no afecta a todos por igual. Algunas personas son más sensibles que otras, lo que podría deberse a factores genéticos o una mayor dificultad de acondicionamiento físico a este tipo de clima.
Cómo mitigamos los efectos del calor en nuestra salud mental
Todo lo que sucede a nuestro alrededor, incluido el clima, puede afectar a nuestra salud mental y estado de ánimo. Sin embargo, aunque muchas veces no se puede evitar que nos afecte, sí que podemos intentar mitigar sus efectos sobre nosotros; como por ejemplo los efectos del calor.
La hidratación es fundamental para que la temperatura de nuestro cuerpo se regule y así se evite la deshidratación. Esta podría intensificar los efectos negativos del calor en nuestro organismo. Además, es fundamental buscar lugares frescos o procurar mantener frío nuestro hogar.
En la alimentación también podemos encontrar una aliada. Para ello debemos consumir alimentos frescos y ligeros para conservar la energía y evitar la pesadez. El descanso puede ayudarnos también a sobrellevar estos cambios en nuestras emociones.
Además, si ya sabes que te sucede, igual deberías reconocerlo y aprender a gestionar estos cambios en el estado de ánimo, así como la irratibilidad y la ansiedad. De esta manera se puede llegar a reducir la forma en la que te afecta y su impacto en tu salud mental. Si ves que te resulta muy difícil gestionarlo, es recomendable que busques apoyo profesional lo antes posible, para solventarlo con la mayor brevedad posible.
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