A sus 37 años, Kilian Jornet afronta un reto muy diferente a los que ha protagonizado a lo largo de su carrera: regresar a la Western States 100, una de las pruebas más icónicas del ultratrail mundial, 14 años después de haberla ganado. “No corro por ganar. Voy a la Western porque es un reto entrenar para la carrera”, explica con serenidad alguien que buscará completar por tercera vez los 160 kilómetros y más de 5.000 metros de desnivel positivo de esta cita californiana.
Pierdo hasta dos kilos por sesión, así que bebo agua con sodio, unos tres gramos por hora
El desafío no es solo competitivo, sino físico y mental. Jornet, acostumbrado a entrenar en la montaña y el frío extremo de Noruega —“al mes de mayo suele nevar”—, ha tenido que adaptar todo su entrenamiento para soportar las durísimas condiciones de calor que encontrará en California. “Pongo la calefacción a 45 grados y me entreno durante horas allí dentro”, revela en una entrevista en Superesports de RAC1. Lo hace en cinta, con ropa impermeable y controlando al milímetro su hidratación: “Pierdo hasta dos kilos por sesión, así que bebo agua con sodio, unos tres gramos por hora”.
Esta preparación, según ha detallado también en un reciente vídeo desde su casa, se basa en tres pilares: aclimatación térmica, eficiencia neuromuscular y una recuperación muy cuidada. “Hace 15 años simplemente salía a la montaña sin pensar en entrenamientos. Hoy debo hacerlo todo más específico”, reconoce. Y añade: “Metabólicamente soy eficiente, pero me falta trabajo neuromuscular”.
Los problemas en su rodilla, concretamente en el tensor de la fascia lata (TFL), le han obligado a reducir las salidas de trail y priorizar el trabajo sobre bicicleta estática: “Estoy empezando a correr otra vez sin dolor, pero solo hago lo específico corriendo y el resto en bici”, explica.
Pese al enfoque meticuloso, Kilian no ha perdido su conexión con la montaña, que sigue siendo su refugio emocional: “Una o dos veces por semana hago salidas por placer. Es parte del equilibrio mental”, confiesa. La montaña, asegura, es un lugar que no perdona: “La montaña no te protegerá, no tiene consciencia. Aunque la amemos mucho, no debemos bajar la guardia”.
Lejos de obsesionarse con la victoria, Kilian afronta esta participación como una prueba de longevidad y evolución personal. “El rendimiento es solo la máxima expresión de la salud. Si estás sano, puedes entrenar más y adaptarte mejor”, asegura. No se plantea dejar el deporte profesional.
A lo largo de su trayectoria, Jornet ha demostrado que los límites son más mentales que físicos. Lo ha hecho al subir los 82 cuatromiles de los Alpes, recorrer los tresmiles de los Pirineos o coronar el Everest dos veces en menos de una semana. Lo vuelve a hacer ahora, enfrentando el calor, la fatiga y el paso del tiempo con la misma naturalidad con la que trepa una cuesta.
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