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En los últimos años, el Eibar ha sido un equipo que ha coleccionado demasiados sinsabores en los minutos finales. Se le han escapado muchos más puntos de los que ha ganado en los últimos tramos de los partidos. La falta de oficio ha sido uno de los motivos principales que explican los pésimos registros del equipo armero cuando los encuentros tocan a su fin, aunque no es el único. Fue el principal motivo por el que se le escapó el ascenso directo la pasada temporada y este curso la situación no ha mejorado.
Joseba Etxeberria no fue capaz de cerrar la sangría del equipo en las rectas finales y Beñat San José, de momento, tampoco puede. De hecho, el Eibar ha visto cómo se le han escapado las victorias en sus dos últimas salidas tras encajar goles cerca del final. Le pasó ante el Zaragoza con el tanto del portero Gaëtan Poussin en el minuto 93 y repitió el mismo desenlace negativo para sus intereses en Tenerife con el gol de Enric Gallego en el minuto 83.
De los 38 goles que ha encajado el Eibar en lo que va de temporada, 13 han sido en el último cuarto de hora de los partidos. Esto viene a ser el 34% de los tantos totales, en esa franja en la que muchas veces se deciden los partidos. En cambio, sólo 3 de sus 37 goles a favor han llegado del minuto 75 en adelante (Puertas ante el Levante, Guruzeta ante el Eldense y Jonmi ante el Oviedo).
El balance entre los goles a favor y los goles en contra en el último cuarto de hora de los partidos es muy negativo. Sólo ha ganado dos puntos con esos goles a favor, mientras que se le han ido la friolera de 17 puntos con los goles encajados. En total, 15 puntos menos por los problemas que está teniendo para cerrar los partidos. Que el equipo no haya sido capaz de estar en la pelea por estar arriba no se explica por uno o dos motivos, pero es evidente que una de sus grandes áreas de mejora está en la gestión de los minutos finales.
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