Si marcaban un gol no pasaba nada, si marcaban dos tampoco. Este año no pueden con nosotros y se ha demostrado", fue el dardo de Lamine Yamal tras derrotar en la final de la Copa del Rey al Real Madrid. Un poco más lejos fue Iñigo Martínez, que no dudó en meter el dedo en la llaga blanca, con las críticas a la 'estrategia' del Madrid en la previa de la final con su carga contra el equipo arbitral: "Creo que hoy el fútbol ha ganado y eso es lo importante", lanzó desde La Cartuja para poner la guinda al tercer Clásico de la temporada.
Tres duras derrotas en los Clásicos, con dos títulos en juego (Supercopa de España y Copa del Rey) y un marcador (12-4) que refleja la dura realidad del Madrid. Una que a las 22:45 horas del sábado, cuando el colegiado mandó el partido al descanso, se acrecentaron mientras un equipo, que la temporada pasada levantó Champions y Liga, deambulase por el césped antes alcanzar la horca en un estado de sufrimiento y desesperación que llevó a los jugadores blancos a activar el modo supervivencia. "Estuvimos muy cerca, pero hay que seguir peleando y luchando. Lo hemos hecho bien esta noche. Nada que reprochar al equipo, porque hemos dado todo lo que teníamos. Si ganábamos nosotros, no era un escándalo", confesó Ancelotti.
Y es que el Madrid lo ha entendido todo... demasiado tarde. Acorralados en una temporada que pretendía ser histórica, los jugadores blancos han terminado comprendiendo todo lo que les ha faltado durante el año cuando las notas finales apuntan a un desastre generalizado. Ancelotti, tras casi toda la temporada ya recorrida, parece que ya ha encontrado por fin su esquema (a pesar de confesar varias veces que siempre ha sido su favorito), el 4-4-2 con Mbappé y Vinicius... y una línea de cuatro centrocampistas que ayudan a encontrar el equilibrio que tanto ha faltado esta temporada.
Un rayo de luz al que acogerse
Lo cierto es que si la temporada pasada, el Real Madrid sí que encontró ese famoso equilibrio entre defensa y ataque, en la actual, eso no ha pasado nunca o en contadas ocasiones. Todo ese poder ofensivo (que en ocasiones también ha estado demasiado fallón) quedaba en nada por las enormes debilidades defensivas de los hombres de Carlo. Y es que cada transición rápida de cualquier rival se convirtió en una auténtica pesadilla para un equipo en el que los delanteros se han olvidado, o no han querido, defender como bloque. Debilitado el centro del campo, las piezas que han ido rotando en el once, los de arriba estando sanos no llegaron a rotar, fueron incapaces de frenar al rival. La consecuencia: una defensa 'vendida'... a la que habría que sumar que tampoco los zagueros han estado muy acertados.
Así las cosas, el cambio de dibujo ha regalado al equipo más solidez... y permite atacar además con más orden y dinamismo. Los 75 minutos de fútbol total (45' de la segunda parte y 30' de la prórroga) en la final de la Copa son un rayo de luz al que agarrarse para lo que resta de temporada en LaLiga y con el Mundial de Clubes como punto y final a una temporada que la arrancó el club blanco con el sueño de lograr el primer septete del mundo del deporte.
Unos cambios irreconocibles
Parece una locura imaginar que el entrenador con más títulos en la historia del Real Madrid (15) esté en entredicho, pero así es la locura inmersiva con la que convive siempre el madridismo. Un ruido que nunca ha afectado a un entrenador que ha vivido siempre todas las críticas con mucha tranquilidad... pero que, casi por primera vez en el Madrid, decidió realizar los cambios tempraneros que no acostumbra a realizar para que su equipo completase su mejor fútbol de la temporada. Es más, según datos de BeSoccer Pro, el italiano solo había hecho 12 cambios en toda la temporada entre el minuto 50 y el 60, e hizo tres en Copa ante el Barça (Mbappé, Modric y Arda).
Ancelotti decidió adelantar la línea, lo que incomodó al equipo de Flick, a sabiendas del desgaste que iba a suponer en los suyos y del hueco que iban a dejar a la contra. Ese atrevimiento, nunca visto esta temporada, sacó a relucir una versión colectiva sin precedentes. Replegaron bien en las contras del equipo culé y supieron aprovechar los espacios para generar sus propios contragolpes, con Vinicius y Mbappé a la cabeza, que volvieron locos a los laterales rivales. Un "si ganábamos nosotros, no era un escándalo" que debe cargar de optimismo a los jugadores del Madrid para pelear la Liga... y el último Clásico de la temporada.
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