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Suiza y la amputación de la mano izquierda de La Cibeles

La diosa fue mutilada en la celebración de la victoria de España en los octavos del Mundial de 1994

La celebración sobre La Cibeles tras la victoria ante Suiza el 2 de julio de 1994.
La celebración sobre La Cibeles tras la victoria ante Suiza el 2 de julio de 1994.ARCHIVO MARCA
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El 2 de julio de 1994, en RFK Stadium de Washington, la selección española pasaba por encima de la Suiza y se metía en los cuartos de fin. Las dudas generada tras el primer partido, en el que España desperdició un 2-0 ante Corea del Sur para arrancar con un empate y enredarse en el grupo, eran ahora euforia.. El empate ante Alemania y la victoria frente a Bolivia dada el pase. El rival sería Suiza, segunda de su grupo gracias a un gol de ventaja en la diferencia general sobre Estados Unidos.

El equipo de Javier Clemente no dio opción a la Suiza de Chapuisat, Sforza y Roy Hodgson en el banquillo. En todas sus presencias en la Copa del Mundo sólo el 5-1 a Dinamarca en Querétaro en 1986 mejora el 3-0 a los suizos cuando se habla de cruces. El dinámico juego español encontró su premio en los goles de Hierro, Luis Enrique y el cierre de penalti de Begiristain. España mató a Suiza a base de velocidad y un juego vertical que se tragó el de posesión de los helvéticos.

El pase a cuartos de final en el Mundial de Unidos

El 2 de julio de 1994 era sábado. El partido acabó cerca de las once de la  noche de España. Y las calles de las grandes ciudad españolas se convirtieron en un fiesta balompédica. En Madrid, el punto de reunión fue La Cibeles. La fuente y la diosa, compartida hasta mediados de los 80 por rojiblancos (los primeros en celebrar allí, la Recopa de 1962) y blancos, era desde mediados de los años 80 propiedad madridista. Y de la selección, porque allí se celebró en 1986 el 5-1 a Dinamarca, en plena campaña electoral, con el grito de "oa, oa, oa, Butragueño a La Moncloa". Cuatro días después, el PSOE revalidaba su mayoría absoluta al lograr 184 escaños.

Sin apenas seguridad, miles de personas ocuparon la Plaza de Cibeles, centenares se subieron a la fuente y la celebración se prolongó durante horas y horas. Cuando se recuperó la calma y se despejó la zona se descubrió con horror que a la diosa le faltaba el brazo izquierdo, el que acaba con las llaves de la ciudad en su mano. Había sido mutilada durante la celebración de la victoria. No era sólo ese daño: los leones que tiran del carro de Cibeles estaba erosionados; el 70% del sistema eléctrico, dañado; el vaso que contiene el agua de la fuente quedó rajado por varios sitios; los desagües destrozados...

Escándalo político

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Lo ocurrido esa noche derivó en un caso. Muchos columnistas trataron el ataque a la diosa. Así arrancaba la columna de Francisco Umbral, titulada La Cibeles, en El Mundo: "A La Cibeles le han arrancado un brazo, con las llaves de la ciudad, los gamberros del patriotismo futbolístico, los gilipollas de la hinchada, los españoles teleflipados. En la noche de la victoria, yo andaba por Madrid entre la cenefa loca de los claxons, y pensaba que no hay espectáculo tan memo como la felicidad inmotivada, gratuita y deprimente Qué triste le pone siempre a uno la alegría de los tontos, en el manicomio como en el fútbol o en la tele. El otro día escribí yo aquí que, si se hundiese Correos, algunos lo celebrarían follándose a La Cibeles. Bueno, pues ya lo han hecho. Uno cree rozar el surrealismo y al día siguiente se cumple el acto surrealista, pero se queda en gamberrada. Que no hay que tomar lo que se lee al pie de la letra, tíos, que eso es como no saber leer. Echan una comedia de Mihura por la tele y uno agradece el alarde cultural, frente a tanto furbo y furbito. Pero ocurre que al genial humorista lo anuncian como Miura, sin la hache, como si fuera de la ganadería famosa. Los clásicos van perdiendo las letras de su nombre como los muertos pierden un diente de vez en cuando".

El brazo de la Cibeles se convirtió en el eje del debate político madrileño. El alcalde, el popular José María Álvarez del Manzano, exculpó a los agentes municipales que se vieron desbordados por la avalancha humana. "Es un acto de bárbaros. No se puede fortificar la Cibeles con sacos terreros como en la guerra por una celebración deportiva", dijo. 

Entre ataques políticos, acusaciones cruzadas y la palabra negligencia revoloteando alrededor del Consistorio, el diario La Información ofreció una recompensa de 500.000 pesetas (3.000 euros). El día 4, una pareja se presentó en la comisaría de la calle Huertas, en el Barrio de las Letras. Llevaban la mano, que aseguraron haberla encontrado en una papelera dentro de una bolsa verde.  

La pieza fue trasladada en un coche patrulla hasta la Gerencia de Urbanismo, donde fue entregada a José María Guijarro, jefe del Departamento de Conservación de Edificaciones. La mano presentaba daños importantes: el dedo meñique -que también estaba en la bolsa- estaba arrancado de cuajo, y faltaba el anular. Los restos de la llave que sujeta la diosa se habían encontrado esa mañana, durante el vaciado de la fuente que rodea la escultura.

La Ciebeles.
La Ciebeles.

Los responsables municipales ya están echando cifraron la restauración en un millón de pesetas; reparar el entorno de la escultura, otros nueve. Nunca se dio con el o los responsables del destrozo causado a la Cibeles. El 1 de agosto, casi un mes después del ataque y de verse a la fuente rodeada de andamios y protecciones, la mano izquierda regresó al cuerpo de la diosa

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