Hace 22 años Olga Matveeva era protagonista de un reportaje de Alberto Rivas en MARCA y en una de las imágenes aparecía Tania Moreno, su hija. Tiempo más que suficiente para que aquella niña haya conseguido superar a su madre y convertirse en la primera mujer española, junto a Daniela Álvarez, en alcanzar los cuartos de final de unos Juegos Olímpicos. Un logro que llegó con aquel agónico punto de Daniela y que las ha convertido en toda una revelación en París 2024.
Vóley playa hasta antes de nacer
Motivo por el que su madre pasó por el micrófono de Radio MARCA para contar la intrahistoria de aquel reportaje y cómo está viviendo los Juegos Olímpicos de Tania: "Me siento parte de esto de una manera o de otra. La entrené e incluso llegó a jugar en mi barriga cuando estaba embarazada. Nació prácticamente en la arena. Tenía que ser buena, sí o sí", empieza diciendo con ese tono de ilusión por todo lo que están viviendo.
Era mi sueño como jugadora, luego se convirtió en un sueño como madre
Un premio a sus dos últimas temporadas que ha llegado incluso antes de lo esperado: "Es muy difícil describirlo con palabras. Me ha pillado un poco de sorpresa porque su objetivo era ir a Los Ángeles 2028, pero ha sido todo muy rápido. Me ha pillado todo como que no me lo creía, ves que está ahí, pero todavía no lo procesas. Son como una mezcla de emociones increíbles porque como era mi sueño como jugadora, luego se convirtió en un sueño como madre y como entrenadora también. Es un sentimiento que une todo. Lo que estoy viviendo aquí, la verdad, es increíble", asegura.
Antes del partido siento por dentro esos nervios de que no duermes bien, que te levantas por la mañana pronto... y digo, no puede ser, si no estoy jugando yo
Y es que el escenario, en el Campo de Marte y a los pies de la Torre Eiffel, es inmejorable para debutar en unos Juegos: "Se me ponen los pelos de punta. Lo siento. No hace falta que me lo diga, solo con verla sé lo que siente. Se lo contaba a una amiga mía... ¡parece que vaya a jugar yo! Antes del partido siento por dentro esos nervios de que no duermes bien, que te levantas por la mañana pronto... y digo, no puede ser, si no estoy jugando yo. La siento tan cerca... lo estoy viviendo como si lo jugara yo".
El inicio de una carrera y un reportaje entrañable
"Me lo mandaron. Me hizo mucha gracia verlo. Me acuerdo de ello", reconoce cuando se le pregunta sobre el reportaje de hace 22 años. "Me acuerdo como si fuera ayer, verla con esa ternura, siendo tan bebé. Tengo muchas fotos de ella que parece un balón más, correteando por la arena y de repente la ves jugar en este estadio que a mi se me pone la piel de gallina. En el tercer set del último partido rompí a llorar, son demasiadas emociones para mi", cuenta Olga Matveeva.
Tenía tres años y ya tocaba el balón de antebrazos
Y desde aquella imagen, ha pasado mucho tiempo. Un tiempo donde Tania llegó a probar hasta en el tenis, pero terminaba siempre eligiendo el vóley playa: "Conozco gente que sus hijos no han seguido sus pasos, quizás era demasiado forzado, pero yo siempre le he dado libertad para poder elegir. De hecho, empezó a entrenar en tenis, pero no le gustaba. 'No mamá, yo quiero vóley'. Y ahí empezó, con cinco añitos. Tenía tres años y ya tocaba el balón de antebrazos. Si le gusta, si yo la veo feliz, solo tengo que animarla y apoyarla."
Y es que incluso llegaron a jugar juntas hasta dos finales del Campeonato de España: "Llegamos a jugar juntas, en el Campeonato de España, incluso en dos finales", reconoce. Todo mientras explica cómo es hacer pareja con una hija: "Es algo maravilloso, no lo puedo explicar. Con ella tengo una conexión que no sé si cualquier madre tiene con su hija, ojalá que sí, pero siento algo tan especial que no puedo describir en palabras. Mi hija, mi alumna, mi amiga en algunas ocasiones, incluso a veces me hace de madre porque con eso de la tecnología, móviles y cosas me explica, me ayuda... No tengo palabras para explicarlo".
No actúo con ella para nada como entrenadora, solo como madre
Sin fecha de regreso prevista
Aunque ha hecho de entrenadora al principio de su formación, no es un papel que desempeña en la actualidad: "Intento separar mi papel de madre con mi yo entrenadora. No actúo con ella para nada como entrenadora, solo como madre. Ella tiene su entrenador. Puedo opinar algo con mis amigos, pero jamás como entrenadora. Solo la quiero ver disfrutar en este pedazo de estadio y con eso ya estoy feliz."
Y es por esa conexión que vivió el partido con los nervios a flor de piel: "Estaba muy nerviosa, pero a la vez tenía esa sensación de que lo iban a sacar. No sé por qué. Antes de empezar el partido e incluso cuando iban perdiendo en el segundo set. No perdí esa confianza. Ellas lo bueno que tienen es que se apoyan una en otra y aunque vayan por debajo nunca se les nota. Tienen esa cosita muy especial que no veo en otros equipos. Siempre que conecto, que veo que son como hormiguitas, que van pasito a pasito, y luchar y luchar y luchar; al final lo sacan. Es algo especial que tienen ellas", afirma.
Estoy sin fecha de vuelta. Ni lo he mirado, no lo sé
Una entrevista que acababa con el futuro en el aire y sin saber la fecha de regreso, una ilusión que tiene como madre y que ha visto como su hija la ha hecho realidad: "Estoy sin fecha de vuelta. Ni lo he mirado, no lo sé. Voy día a día. Partido a partido, como tienen que ir ellas", concluye.