Pocas veces se sufre la digestión que han tenido que afrontar Lando Norris, y en parte McLaren, en este 2024. El inglés, que ya tiene 25 años, aún bromeaba para quitarse el meme de piloto sin victorias hasta Miami allá por abril. Tenía que pasar la prueba del algodón de ganar una primera carrera. Y de repente se encontró pilotando un pepino con todas las opciones del mundo para arrasar.
El paso de los meses ha hecho evidente que no estaba preparado, mentalmente sobre todo, para luchar por el título mundial y que McLaren, que venía de 12 años sin victorias y ha sumado cinco de una tacada, casi un diluvio, tampoco tenía la cintura deportiva ni reglamentaria interna para afrontar pelear dos títulos aun teniendo el mejor coche media temporada. Y menos contra una máquina engrasada como Red Bull con un liderato prístino y un tricampeón al volante.
El propio Max lleva ganando carreras desde 2016, cinco años antes de ser campeón (2021), lo mismo que los Alonso, Schumacher, Hamilton o Vettel. Ya hicieron aquella digestión de sentirse importantes, capaces de ganar, antes de meterse en fregados mayores. Mientras, Lando apenas ha tenido claro si era el líder de su equipo hasta antesdeayer, en la infausta cita de Brasil, cuando se le cayó el mundo encima y con todo a favor para meterse en la pelea, hizo justo lo contrario, salirse.
Todo ha ido tan rápido para todos, echar los dientes y al día siguiente probar el caviar, de casi último el año pasado a campeón, con personal tan joven en la fábrica, que ha sido una montaña demasiado grande. Para Lando y para los demás, que han dejado entrever una y otra vez, a media voz, que no era el objetivo de esta temporada, como si se pudiese elegir en qué año pitas y en cual no.
Eso sí, si McLaren sigue arriba el año que viene, ya será otro cantar. Porque lo que ha aprendido este año el simpático y velocísimo piloto inglés es oro molido. Y o sale reforzado y con la lección aprendida, o ya no tendrá otra.
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