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El Real Madrid sacó adelante el pase a semifinales a la Copa del Rey en Butarque recurriendo a un tesoro que no usa tanto como debería: la cantera.
Jugó bien, dominó, tuvo más ocasiones que un Leganés ordenado e inteligente, dos palos incluidos, pero estaba abocado a la prórroga cuando emergió Gonzalo García, delantero del Castilla, Pichichi de su categoría (19 tantos) para cabecear como se debe un centro de Brahim y clasificar al primer equipo. Una noche inolvidable para él, veremos si preludio de otras muchas.
Al Madrid le salió bien el plan. Ancelotti decidió al fin, más por obligación que por devoción, colocar a los chicos como centrales, Jacobo y Asencio, y subir a Tchouaméni para escoltar a Modric y sus jugones, con Endrick arriba. En los laterales, por compensar, ancló a Mendy y Valverde. Lo del uruguayo remite al duelo con el City como un posible ensayo.
El caso es que costó ajustarse porque enfrente tenía al equipo que se atragantó a Barcelona y Atlético, y de hecho pudo empezar en desventaja. Lunin tuvo que intervenir dos veces en cinco minutos para sacar remates de Diego y Óscar, que tiene un guante en el pie derecho. Sirvió para estimular a los madridistas.
Las ilustres ausencias del ataque colocaron el peso de la responsabilidad en Rodrygo y Brahim, los más asiduos en la alineación. En la izquierda, Goes se sintió cómodo desde la primera pelota que cayó por sus dominios. Controló, fijó a Rosier y se perfiló hacia el centro, buscando una ruptura.
Real Madrid abrió el marcador con el gol de Luka Modric
La encontró del más inteligente, Luka Modric, que nunca había marcado en Copa. Hasta ayer. Recogió en la frontal y remató con rapidez. Tac y tac. Asentados desde la superioridad con balón, los madridistas tardaron siete minutos desde el 0-1 en doblar la renta.
En otra combinación desde la izquierda recibió Brahim, se la rebañó Renato Tapia pero el despeje cayó a Endrick, que no falló desde cerca.
El 0-2 calmó a la grada de Butarque, que tenía en el foco a Alberola Rojas. Por el comunicado, mayormente. Le reclamaron a voces una mano fuera del área de Jacobo Ramón, tierno en los duelos.
El canterano acudió a sofocar una colada de Juan Cruz e interceptó el remate con la mano extendida. Penalti. El zurdo transformó el penalti con seguridad, abriendo el partido de par en par.
Puede que fuera por repartir esfuerzos, porque no había razones técnicas para quitar a Rodrygo. Entró Vinicius, recibido con los pitos habituales. Fue un tormento para el Lega. Siempre en su costado zurdo, primero obligó a un paradón de Soriano, abajo, tras un tiro seco.
A continuación cabeceó arriba solo en un córner. Y como perdonó Vini, el Lega respondió como corresponde. Porque toda la amenaza en área pepinera era blandura en la zaga madridista, bastó una conducción de Juan Cruz, sin estorbos, para rematar y que el toque en Mendy descolocase a Lunin. Partido nuevo.
El partido se escoró hacia el lado de Vinicius, que se marcó un lujo asombroso. Recibió en el costado, condujo, eludió a Rosier y, casi sin ángulo, pisó y remató al palo, bajo las piernas de Soriano. Después recibió en la frontal y filtró para Brahim, que picó por encima del meta.
Al larguero. Genio. Demasiado. Porque se puso a protestar tras perder una pelota con Rosier, le sacaron la amarilla y se puso a discutir con su gente. Primero con Ancelotti. Después, tras desentenderse de una acción defensiva, con Modric. Le echó un broncazo el croata, capitán y leyenda, cargado de razones.
El caso es que con los ánimos encendidos los dos entrenadores hicieron cambios para ganar el pase. Borja Jiménez metió a Raba, que es venenoso. Lo probó desde lejos, y respondió Lunin.
Y Ancelotti recurrió a Fran García, Ceballos y al niño que venía de hacer cuatro goles en Algeciras. Gonzalo. Un delantero de última generación.
El Lega buscó las contras, facilitadas en alguna pérdida absurda de Ceballos, y el Madrid atacó desbocado. Pudo marcar en dos ocasiones, obligando a Soriano a multiplicarse.
La gloria de Gonzalo para el Real Madrid
Pero ya en el descuento el Madrid elaboró su último ataque con paciencia, sirvió Brahim y Gonzalo marcó los tiempos del cabezazo perfecto. Con la frente. Junto al palo. Honor al Lega, que llevó al Madrid al límite. Gloria a Gonzalo. La Fábrica goza de buena salud.
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