España vuelve a ser campeona de Europa 12 años después. La travesía por el desierto no ha sido en realidad tan larga como nos estaba pareciendo. Tan solo han pasado 2 Eurocopas y 3 Mundiales desde que encadenamos tres campeonatos seguidos. Si se nos ha hecho larguísima es porque tras los últimos torneos comenzamos a tener la sensación de que los éxitos de 2008, 2010 y 2012 no habían dejado huella ni poso. Que no habían cambiado nada. Que volvíamos a ese punto de partida en el que no sabíamos ni qué queríamos ni que podíamos ser.
Como siempre digo, no se trataba tanto de no ganar, que es complicadísimo, sino de cómo se estaba perdiendo. Nos estábamos convirtiendo en una caricatura de nosotros mismos. Quizás por eso, aun siendo los cuartos o quintos favoritos en casi todos los pronósticos y apuestas previas de esta Eurocopa, no parecía posible que pasara lo que finalmente ha sucedido. Y quizás por eso hemos disfrutado de este campeonato con la inocencia, sorpresa e intensidad con la que disfrutamos el de 2008.
Parecía imposible para nuestra generación, porque la primera vez dicen que siempre es la más especial. Pero lo que casi nunca se cuenta y aprendes a descubrir por ti mismo con el paso del tiempo es que, en realidad, en la vida hay muchas primeras veces. Y ésta ha sido una de ellas.
Porque en esta Eurocopa 2024 la Selección se ha quitado los grilletes del dibujo, el estilo y los recuerdos hasta lograr redescubrirse como hiciera con Luis Aragonés gracias a otro Luis, de la Fuente, que no ha sido prisionero ni de sí mismo. En esta Eurocopa 2024 hemos aprendido a valorar de nuevo al jugador español que igual no es clase mundial, como Fabián o Cucurella, pero que tiene calidad, talento, inteligencia y competitividad como para ganar a cualquiera en cualquier torneo.
En esta Eurocopa 2024 hemos confirmado que esta generación tiene a un líder de 28 años llamado Rodrigo Hernández Cascante al que solo le falta un trofeo para ganar lo que todo jugador puede ganar. En esta Eurocopa 2024 hemos normalizado que un chaval de 16 años, ahora 17, se echase el equipo a la espalda con la naturalidad y tranquilidad de quien se sabe un acontecimiento histórico.
En esta Eurocopa 2024 hemos vuelto a comprender la necesidad de abandonar las cuitas internas gracias a un vestuario unido con Morata a la cabeza que moría por el que tenía al lado independientemente de que desde mañana mismo éste vaya a estar enfrente. En esta Eurocopa 2024 hemos descubierto que se le pueden pedir peras al Olmo, que estar en Arabia no significa estar retirado y que, como en 2008 con Valencia o Villarreal, sigue habiendo mucho talento en los otros 17 equipos de La Liga, con Real Sociedad y Athletic Club a la cabeza
Son muchas cosas las que hemos aprendido o descubierto como si de una primera vez se tratara, aunque estrictamente no lo fuera. Y me encanta que lo hayamos hecho con una Selección que va desde un representante de la generación dorada, como Jesús Navas, a la de un representante de todo lo bueno que está por llegar, como Lamine Yamal. Pasando por supuesto por futbolistas como Carvajal, Morata, Rodri o Fabián que pertenecen a dos generaciones, la del 92 y la del 96, en la que no todos pudieron cumplir con las expectativas.
Me ha hecho inesperadamente feliz esta Eurocopa 2024. Insisto: la he vivido como una primera vez. Es posible que sea por esto que os cuento, pero seguramente también sea porque es la primera que he vivido como padre, gritando para dentro y sin poder levantarme del sofá del hospital por tener a mi hijo en brazos. Nada que ver como cuando en 2008 estaba en Colón con mis 18 años y recién acabado el colegio deseando que se armase una buena en las calles.
En fin, yo esta Eurocopa no la olvidaré. Y espero que vosotros tampoco lo hagáis. Gracias por tanto y perdón por tan poco, campeones.
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