Carolina Marín ha vuelto a dejar una profunda huella con sus palabras. Invitada a una charla en la Gala de los Guardianes del Deporte, la campeona onubense habló sin filtros sobre su presente, su salud y su perspectiva de futuro, con Los Ángeles en el horizonte pero con una prioridad clara: su bienestar físico y emocional.
En un ambiente distendido pero lleno de iración, Carolina no esquivó la realidad de sus lesiones: “Tengo muchas cosas muy claras: lo primero es la salud y lo segundo es el deporte”. Con tres operaciones de rodilla a sus espaldas, Marín reconoce que ya no se trata solo de ganar, sino de estar bien consigo misma. “Mi mayor medalla a día de hoy es poder entrenar todos los días”, afirmó con la sinceridad que la caracteriza.
El menisco de Carolina Marín
Carolina no escondió las secuelas físicas que arrastra. “Soy muy consciente de que mis rodillas están muy delicadas, sobre todo la derecha, que es la última que me rompí en París y la primera en 2019. Ese menisco externo lo tengo cogido con dos alfileres”. Pese a ello, mantiene la ilusión y el compromiso con su deporte, y se siente “muy afortunada” por seguir entrenando con la raqueta en la mano.
“Hace 15 años nadie sabía lo que era el bádminton en España”, recordó, reconociendo que su cabezonería ha sido clave para llegar donde ha llegado: “De vez en cuando está bien ser cabezota, porque si no, no puedes ser leyenda del bádminton naciendo aquí”.
Los Juegos de Los Ángeles, sin presión
Sobre la próxima cita olímpica, Carolina lo tiene claro: “Ganar o no ganar es algo secundario. Para mí, lo importante es llegar con la mejor salud”. Aunque ite que tiene una espinita clavada por no poder competir en Tokio, mantiene los pies en la tierra: “No quiero acabar con una prótesis en la rodilla porque eso me limitaría a muchísimas cosas”.
Pese a su ambición innata, ha cambiado su visión sobre la vida: “El deporte tiene fecha de caducidad, más temprano que tarde. Al final te queda la vida, y para mí es fundamental poder disfrutarla”.
La suerte se trabaja
Marín también reivindicó el esfuerzo constante como motor de su carrera: “Mira que yo creo poco en la suerte, la verdad. Creo que la suerte se trabaja”. Su ejemplo, como apuntó Teresa Perales, sirve como inspiración para miles de personas que ven en ella un modelo de superación: “Ese coraje que demostró nos dio una lección a todos”.
A sus 31 años, Carolina sigue siendo un referente, no solo por su palmarés, sino por su actitud. “Yo ahora mismo estoy en una nube, pero con los pies en el suelo. Sé todo lo que me ha pasado y todo lo que me queda”, concluyó con aplomo.
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