Entrevista a Mireia Belmonte | Calendario de Adviento de MARCA.com

Mireia Belmonte

"Sigo nadando porque disfruto, no porque no sepa qué hacer en el futuro"

M. Belmonte:

"Sigo nadando porque disfruto, no porque no sepa qué hacer en el futuro"

Con 34 años recién cumplidos y 44 medallas -22 de ellas de oro- en las grandes competiciones internacionales, Mireia Belmonte (Badalona, 1990) sigue entrenando siete horas al día en el Club Natació Barcelona, cuna de su deporte en España y su casa desde hace apenas 12 meses.

Es allí, frente a un Mediterráneo que no hace justicia al color turquesa de sus ojos, donde nos confiesa por qué sigue dando brazadas con la ilusión de esa de niña de cuatro años que se lanzó a la piscina para combatir una incipiente escoliosis.

"Ahora ya estoy bien pero en los momentos de máximo dolor en los hombros no podía ni peinarme o hacerme una coleta"

Cristina Navarro
por Tomás Campos

PREGUNTA. Empezó a nadar con cuatro años por recomendación médica. ¿El flechazo fue instantáneo?

RESPUESTA. Yo diría que sí. Tengo la zona lumbar un poco desviada y por eso me apunté a natación pero antes de empezar los cursillos ya me defendía en el agua. Ir cada día era un momento especial para estar con las amigas y lo pasaba muy bien.

P. ¿Cómo demonios una persona alérgica al cloro y asmática se convierte en una leyenda mundial de la natación?

R. Desde que tengo uso de razón soy alérgica al cloro y la primera vez que me tiré al agua ya salí como si estuviera resfriada. El asma en cambio me lo detectaron ya con 15 años, un poquito más adelante. El asma me afecta sobre todo cuando estoy entrenando muchísimo en un ambiente cargado de cloro. Eso para mí es lo peor, pero con la medicación lo voy trampeando y puedo nadar con normalidad.

P. ¿En qué momento se da cuenta que vale para esto y la natación va a ser su vida?

R. Con 12 años entré en el CAR de Sant Cugat y allí tenía ya que dedicar más horas que cuando entrenaba en Badalona y compaginarlo con el colegio. Hacía mejores tiempos y ganaba más competiciones y fue cuando pensé de verdad que me quería dedicar a esto.

P. ¿Quiénes fueron sus grandes ídolos deportivos?

R. Michael Phelps fue un referente para mí desde muy pequeñita. Creo que era espectacular verle nadar y cuando veías cómo se deslizaba por el agua parecía que no era de este de planeta. Él siempre me ha inspirado a conseguir lo máximo.

P. En 2006 gana dos oros mundiales en categoría júnior, un año después logra su primera medalla absoluta en el Europeo de piscina corta de Debrecen y ya en 2008 se proclama campeona continental en los 200 estilos, así que no era una desconocida cuando debuta en unos Juegos en Pekín 2008 con apenas 17 años. ¿Qué recuerdos le trae la capital china?

R. Los primeros Juegos siempre se recuerdan con muchísimo cariño e ilusión porque por primera vez estás compitiendo con la élite mundial y eso supone un aprendizaje brutal. No han sido los más especiales pero sí los que más disfruté porque pude hacer turismo por Pekín tras competir en la piscina.

P. Su gran eclosión llega en Londres 2012 -plata en los 800 libres y los 200 mariposa-. ¿Se esperaba lograr esos resultados?

R. Bueno, iba bien posicionada y sí que estaba convencida de que podía alcanzar alguna final pero no me entraba en la cabeza ganar una medalla. Recuerdo especialmente la primera, la de los 200 mariposa, porque hice una carrera totalmente diferente de las que suelo hacer. Es decir, empecé muy rápido, por encima de lo que podía, y lo pagué al final cuando yo normalmente nado en negativo y hago la segunda parte más rápida que la primera. Para mí fue una sorpresa cuando toqué la pared y vi primero el tiempo, que era muy bueno, y luego que había sido plata. De esa medalla guardo un recuerdo muy especial.

P. ¿Sigue viendo el vídeo de la final olímpica de los 200 mariposa de Río 2016? ¿Cómo recuerda aquella carrera?

R. La verdad es que no la he visto mucho pero sí que la recuerdo muy bien. Fue una carrera casi perfecta porque el primer cien salí muy controlada, como suelo nadar yo, y al final saqué mis cartas y pude ir escalando posiciones. Los metros finales se me hicieron un poco duros por el esfuerzo acumulado, la tensión y los nervios, pero fue suficiente para ganar el oro por apenas tres centésimas. Ahí fue cuando se cumplió el sueño de mi vida desde pequeñita, que era ganar una medalla de oro en los Juegos Olímpicos.

P. ¿Cuando mira el marcador y ve que ha ganado ese ansiado oro olímpico tiene la mente en blanco o piensa en algo?

R. Yo estaba en la calle cinco y la australiana (Madeline Groves) en la cuatro y sabía que la llegada había sido muy justa así que lo primero que hice cuando toqué la pared fue mirar su poyete. Hay luces en esos poyetes que te dicen en qué puesto del podio has quedado y vi dos en el suyo así que me dije "vale, segunda no he quedado", con la esperanza de haber sido primera porque en la mariposa vas siempre mirando hacia delante y no tienes apenas referencias de tus rivales. A continuación me giré y miré el marcador y ahí ya vi que había sido primera y fue como un estallido de emoción y alegría.

P. Ninguna mujer ha logrado defender su oro olímpico en los 100 o 200 mariposa. ¿Es el estilo más difícil y exigente de la natación?

R. Sí que lo es. Primero porque requiere mucha más energía que otros y, de hecho, es el estilo en el que más calorías quemas. También es el peor para los hombros porque requiere de mucho esfuerzo y hay que mantenerlos arriba durante mucho tiempo. Pese a todo eso, visualmente es el más bonito de todos, al menos para mí, porque cuando ves a alguien nadando mariposa parece que va volando por encima del agua.

He tenido y sigo teniendo una carrera deportiva muy bonita y creo que la decisión de cuándo retirarme va a ser mía y eso hay que respetarlo

"La mariposa es el estilo más duro y difícil de la natación pero también es el más bonito porque parece que vuelas por encima del agua"

P. En Tokio 2020, donde fue abanderada junto a Saúl Craviotto, se quedó a 23 centésimas del bronce en los 400 estilos. ¿Es la carrera de la que guarda un sabor más agridulce?

R. No, todo lo contrario. Para mí ese cuarto puesto fue un regalo después de ese año y medio que llevaba con idas y venidas en los hombros. Fue muy duro porque no pude entrenar al cien por cien e iba con una inseguridad bastante importante a los Juegos Olímpicos. Por eso esa final fue un regalo porque no esperaba ni mucho menos poder estar entre las ocho mejores. Ya antes de entrar a la final pensé "ya que estoy aquí, voy a darlo todo y que salga lo que tenga que salir". Sí que es verdad que cuando tocas la pared y ves que has sido cuarta te queda un gusto un poco raro porque siempre quieres la medalla, pero después, justo cuando salía del agua, me dije "pero vamos a ver, no puedes estar enfadada. Si has pasado un año muy malo con los hombros y has ido a entrenar súper poco". Con el tiempo vas viendo que ese cuarto puesto es otra especie de medalla personal.

P. Jordi Murio, Carles Subirana, Michael Piper, Fred Vernoux... No sé si me olvido de alguien. ¿Cuál es el entrenador del que guarda un mejor recuerdo?

R. Cada uno ha sido una etapa diferente de mi vida. Jordi me inició en este mundo del alto rendimiento, me enseñó mucha técnica y a entrenar de forma más profesional. Con Carles gané mis primeros títulos mundiales a nivel absoluto y logré récords del mundo mientras que Michael supuso una transición de Carles a Fred cuando me fui a entrenar al Club Natación Sabadell. Con Fred estuve 11 años de un aprendizaje constante, con malos y buenos momentos porque al final es un entrenador que saca lo mejor de ti pero también es muy exigente en muchos ámbitos. La verdad es que la etapa de Fred la guardo con muchísimo cariño y siempre le agradeceré todos esos momentos que ha estado conmigo en la piscina.

P. Fred Vernoux es ahora director general del CN Antibes. ¿Sigue manteniendo o con él?

R. Sí, hablamos de vez en cuando y me manda fotos de la piscina en Antibes, que es parecida a ésta del Club Natació Barcelona porque está al lado del mar. También me manda fotos de su hija pequeña porque yo tenía mucha relación con ella.

En España tenemos buenas instalaciones pero faltan técnicos que sepan entrenar a un nadador para conseguir medallas olímpicas

P. Ha llegado a batir cinco récords mundiales en piscina corta y de hecho aún atesora los de 200 mariposa -es la única mujer que ha bajado de los dos minutos- y 400 estilos. ¿Le queda la espinita de no haber logrado una plusmarca mundial en la piscina de 50 metros?

R. No, para nada. Para mí fue muy importante conseguir esos cinco récords porque no muchas nadadoras lo han podido hacer. Además lo logré en estilos y distancias muy diferentes porque los 1.500 estilo libre no tienen nada que ver con los 200 mariposa. La piscina corta siempre la guardo en mi corazón con un cariño especial y de momento me quedan esos dos récords. De los dos, me parece que el de 200 mariposa será el más difícil de batir.

P. El día de la inauguración de los Juegos de París reveló en Radio MARCA que la Federación no cuenta ya con usted en su nuevo proyecto. ¿Cuál es su situación actual?

R. Desde hace un año estoy entrenando en el Club Natació Barcelona a las órdenes de Jaume Morata y la Federación me apoya con los servicios de fisios y médicos que ofrece el CAR de Sant Cugat. Eso es todo por el momento.

P. La natación en línea española suma ocho medallas olímpicas en toda su historia, dos oros, dos platas y cuatro bronces, y usted ha ganado la mitad de ellas. ¿Qué le dice ese dato?

R. Pues que hay países como Estados Unidos, Australia o China que siempre han tenido ese bagaje de medallas olímpicas y aquí en España se veía como una cosa imposible, como algo que estaba reservado a unos cuantos elegidos. Dicho esto, pienso que si yo he podido conseguir esas medallas gracias al trabajo, la constancia y el talento innato que tengo, cualquiera que tenga esa predisposición también puede hacerlo. No es fácil, pero si se trabaja duro se puede lograr y yo soy la prueba.

P. Si no hubiera existido una Mireia Belmonte, la natación en línea española no hubiera ganado una sola medalla olímpica en lo que va de siglo porque la última data de Sídney 2000, cuando Nina Zhivanevskaya se colgó el bronce en los 100 espalda. ¿Qué estamos haciendo mal?

R. En España tenemos la suerte de contar con muchas instalaciones, con muchas piscinas de 50 metros, pero creo que faltan técnicos que sepan entrenar a un nadador para conseguir esas medallas olímpicas. Es por eso que hay gente con potencial que se va a Estados Unidos. Al final es cuestión de cultura deportiva, de dominar esa filosofía de trabajo que lleve a esos jóvenes a lo más alto en unos Juegos.

La piscina corta siempre la guardo en mi corazón con un cariño especial y de momento me quedan esos dos récords del mundo

P. "Nuestros júniors son muy buenos, logran medallas en Europeos y Mundiales y baten récords del mundo, pero ese paso a categoría absoluta les cuesta a todos". Esto lo decía usted en una entrevista en MARCA en diciembre de 2019 y el problema sigue ahí, ¿no?

R. A ver, es verdad que yo hablo desde mi experiencia propia porque a mí me pasó. Pasas de competir en júnior a enfrentarte a los mejores del mundo de un año para otro. Al principio eso siempre cuesta y hay que darles un poco de margen para que se vayan habituando a la categoría absoluta. El asunto, y eso también es verdad, es que hay otros países que tienen júniors que ganan medallas olímpicas y llegas a la conclusión de que en España falta esa cultura del esfuerzo y la dedicación, de decirte "bueno, si he sido el mejor del mundo en mi categoría tengo que seguir trabajando para algún día poder llegar a ser el mejor del mundo a nivel absoluto'. Ese paso es crucial y aún nos cuesta mucho en España. En ese momento eres aún un adolescente y hay muchos deportistas que ven que a lo mejor no están evolucionando como ellos quieren y dejan la alta competición para centrarse en los estudios y disfrutar más de su vida social.

P. Me dice alguien que le conoce muy bien que sigue entrenando con la ilusión del primer día. ¿Eso es verdad?

R. Desde luego porque he estado en un centro de alto rendimiento como 22 años y allí todo es más fácil porque tienes la residencia y el colegio en las mismas instalaciones del CAR. Ahora en cambio me tengo que levantar a las cinco de la mañana para venir a entrenar, luego me toca volver a casa para ponerme a estudiar -Mireia cursa un grado de Publicidad y Relaciones Públicas en la UCAM- y por la tarde regreso al Natació Barcelona para seguir entrenando. Hacer esa vida de club es un reto muy importante y para mí está siendo difícil pero muy bonito a la vez.

P. "Yo trabajo mucho con una escala del 1 al 10 de dolor de hombro. Para mí, un dolor de 4-5 es el habitual. Cuando pasa al 8-9 ya es preocupante... Cuando deje este deporte quiero tener el recuerdo de haberlo intentado hasta el final" (Eurosport, junio de 2024). ¿Es éste el punto en el que se encuentra ahora mismo?

R. Ahora mismo estoy bastante bien en comparación a cómo lo pasé el año pasado porque estuve un año entero sin casi mover los brazos en el agua. Para mí fue muy duro tirarme a la piscina y ver que mis compañeros estaban entrenando y yo solo podía mover los pies, o que ellos estaban levantando pesas en el gimnasio y yo sólo podía hacer ejercicios de piernas. Pese a ello, di todo lo que tenía para intentar clasificarme para los Juegos de París porque yo soy así y siempre intento las cosas hasta el final. He sacrificado parte de mis vacaciones en verano para seguir entrenando y empezar con los hombros más fuertes y eso me ha permitido nadar desde el primer día en septiembre en esta nueva temporada. Es verdad que no he logrado clasificarme para los mundiales de piscina corta de diciembre en Budapest pero ya estoy pensando en los de piscina larga de 2025 en Singapur.

P. Rafa Nadal itió que su lesión crónica en el pie izquierdo le condicionaba en su día a día más allá de la alta competición. ¿Le ha pasado a usted lo mismo en algún momento con las molestias que arrastra en los hombros desde 2015?

R. Sí, claro, cada día. Ahora ya estoy bien pero en los momentos de máximo dolor no podía ni peinarme o hacerme una coleta, no podía servirme agua y conducía con una mano. O sea, muchas cosas que son muy fáciles pero que cuando tienes una lesión importante no puedes hacer porque ésta te limita muchísimo.

P. ¿Ha llegado a llorar de dolor o de rabia por culpa de esa lesión en los hombros?

R. De dolor seguro que sí y de rabia, también. Cuando estás en el agua y ves que te duele, al final lloras porque quieres seguir entrenando pero tu cuerpo no te deja. El año pasado trabajé con la psicóloga porque el día que me sentía bien lo daba todo, hasta tal punto que al día siguiente no podía moverlos. Era como volver a empezar cada dos o tres días y tuve que trabajar mucho para frenarme un poco. Entonces si podía hacer 2.000 metros nadando hacía 1.500 para sumar 500 al día siguiente y no comenzar de cero. Para mí fue un trabajo muy difícil porque soy una persona que cuando está bien lo da todo en el deporte.

P. La realidad es que desde los Europeos de Roma en 2022 no participa en un gran campeonato. ¿Entiende que haya aficionados que la iran que no se expliquen que siga compitiendo?

R. Respecto a eso, pienso que he tenido una carrera deportiva muy bonita y la sigo teniendo y creo que la decisión de cuándo retirarme siempre va a ser mía y eso hay que respetarlo. En mi caso sigo disfrutando muchísimo de mi deporte. Nado porque me gusta y porque me apasiona y nado porque quiero seguir consiguiendo grandes cosas. Yo sé que será muy difícil volver a mi máximo nivel de Río 2016, pero para mí ahora es un reto muy importante y muy bonito poder conseguir esa clasificación para Singapur 2025. Ahora entreno simplemente porque me lo sigo pasando muy bien en la piscina y para mí es una pasada ir superándome día a día.

P. Dicho esto, ¿cómo visualiza su retirada?

R. Para mí es muy importante saber diferenciar si una persona sigue nadando porque no tiene otra cosa que hacer o porque le guste. En mi caso es porque me gusta mucho. Yo tengo la suerte de tener otros proyectos para cuando deje mi vida deportiva y sigo nadando porque disfruto y me gustan los retos, no porque no sepa qué hacer o no tenga nada que hacer en el futuro.

P. El 'Open Promesas Mireia Belmonte by Hyundai' es uno de sus legados más hermosos, ¿no?

R. Sin duda alguna. Es una competición que estamos haciendo junto a Hyundai para descubrir nuevas promesas y a los mejores les damos el premio de que puedan compartir un fin de semana conmigo y con mi staff en el CAR de Sant Cugat. Para mí es muy especial que esos niños puedan pasar ese fin de semana conmigo porque les explico mis vivencias y les enseño esos pequeños detalles que pueden mejorar dentro y fuera del agua. Me hace muy feliz pensar que alguno de ellos puede ir el día de mañana a unos Juegos Olímpicos y que hayan podido empezar su carrera con mi ayuda.

Redacción:
Tomás Campos
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