- Tráfico. El futuro carnet B1 de la DGT permitirá conducir el Microlino... antes de los 18
- Coche eléctrico. Furor en China por el coche de Xiaomi: el precio del SU7 lo explica todo
La movilidad eléctrica está permitiendo que florezcan nuevas ideas. Algunas muy prácticas -como los patinetes eléctricos para desplazamientos cortos y próximos- y otras algo menos, pero mucho más divertidas como el Microlino, un cuadriciclo eléctrico pesado (L7e, que se conducen con el carnet de coche B) que atrae miradas de forma inversamente proporcional a su tamaño.
Resulta sorprendente ver cómo una envoltura original y simpática puede generar tanto poder de atracción sobre todo el que se cruza en su camino. Sobre todo porque no deja de ser una interpretación moderna de algo que ya existió hace 70 años, un 'huevo con ruedas': el Isetta.
Por entonces un vehículo así no tenía tanto sentido como ahora, con megaciudades en la que está incluso mal visto ocupar mucho espacio (léase París y su cruzada anti-SUV) que no existían en los 50 y con un sistema de propulsión limpia que redondee un conjunto altamente generador de 'buen rollo'.
El precio echa para atrás
Lo tiene todo para engatusarnos... salvo el precio. Porque 22.990 euros es, simplemente, demasiado. Hablamos de un coste similar al de un coche eléctrico... de verdad. Tampoco otras opciones de uso que nos ofrece Astara, el distribuidor en España del Microlino, son mucho más económicas. Nos podemos suscribir por un periodo de tiempo más reducido por una cuota mensual desde... 299 euros (6 meses).
Pero ojo porque las posibilidades de uso de esta versión de 10,5 kWh de capacidad de su batería son mayores de lo que nos transmite su imagen liviana. La pila, combinada con los 12,5 kW -15 CV- de su motor eléctrico dan de sí lo suficiente para permitirnos salir de la ciudad y movernos por autovías de circunvalación e incluso por los tramos más cercanos a la urbe con relativa solvencia.
Su peso ligero (apenas media tonelada) hace que cundan bastante esos 15 caballos y que tengamos un vehículo con posibilidades similares a las de un scooter pequeño. Acelera con solvencia y alcanza los 90 km/h con presteza, aunque es cierto que en las pendientes lo acusa un poco. Vamos, que no seremos ni nos sentiremos un obstáculo para el resto del tráfico pese a que se trate de un cuadriciclo.
Y menos si activamos... el modo Sport. Sí, como suena. Un botón en la zona izquierda de la puerta, con el icono del Microlino y unas llamaradas (que también aparecen en el instrumental), le sacan un plus de 'explosividad' que se agradece cuando necesitamos exprimir todo lo que tiene.
La autonomía no es una locura... pero también es mayor de lo que quizá esperas (sobre todo si lo comparamos con algo equivalente, como en su día fue el Renault Twizy). Oficialmente son 177 kilómetros que, lógicamente, en uso real bajan -sobre todo si salimos a carretera-. Pero sí que serán suficientes para llevarte y traerte de casa a la oficina... incluso aunque vivas bastante a las afueras ya que es muy fácil superar los 125 kilómetros.
La potencia máxima de recarga de 2,6 kWh que ite esta versión hace que no necesitemos nada más que un enchufe convencional para recargarlo, en una tarea que nos llevará unas 4 horas aproximadamente.
Un muy particular
Aunque sus formas ovoides irremediablemente nos trasladan a mediados del pasado siglo con su ancestro alemán, muchos aún se sorprenden cuando descubren que no se accede al Microlino por el lateral, como es costumbre, sino mediante una única puerta delantera.
Un pequeño botón camuflado en el embellecedor lateral es el que acciona la apertura. Es tan amplia que se entra bien, pero nos obliga a girarnos una vez dentro y a asir el tirador con el que cerraremos la puerta (y no suena a lata cuando lo hacemos). Todo muy divertido... y diferente.
Una vez dentro, lo único que tenemos es una pantalla digital que hace las veces de instrumentación, otra minipantalla central para activar la ventilación, resetear los contadores o cambiar el idioma... y poco más. Delante del pasajero tenemos un soporte para el teléfono y en el pequeño hueco en el lateral del pasajero hay espacio para un altavoz bluetooth que, emparejándolo al móvil, nos servirá de improvisado equipo de audio.
Tamagotchi, huevo, pelotilla...
Conducirlo es divertido, pero es evidente que no podemos pedirle lo mismo que a un coche hecho y derecho. El espacio para dos puede ser suficiente, el maletero es sorprendente (con 230 litros te cabe una compra muy generosa del súper) e incluso la banqueta se regula longitudinalmente.
Sin embargo, su estructura es un poco rígida (lo bueno es que como los viajes no son muy largos, tampoco se acusa demasiado)... y sus 'suspensiones' lo son aún más. La dirección es dura y al Microlino no le sientan nada bien los baches (ni los badenes), aunque la estabilidad en curva es mejor de lo que hace sospechar su estrecha carrocería y sus diminutas ruedas.
Quienes lo vean lo llamarán huevo, tamagotchi, pelotilla... como quieran. Pero lo harán siempre con una sonrisa igual a la que despierta a los que van dentro.