- Motor. ¡Cuidado: la policía nos persigue en un Ferrari!
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Tantas películas y series hemos visto (algunos) de policías norteamericanos, que no imaginamos a un representante armado de la ley sin un coche capaz de rugir por las calles a toda velocidad en medio de persecuciones plagadas de derrapes. Podríamos poner como ejemplo el Mustang GT Fastback de 1968 con motor V8 de 330 CV que empleaba Steve McQueen en 'Bullit'. Pero también el Ferrari Testarossa con motor V12 de 390 CV que conducía (con muchísima más prudencia) Don Johnson en la serie 'Corrupción en Miami'.
Sin embargo en el 'viejo continente' las cosas siempre han sido diferentes, y más en el Reino Unido de recién iniciada la década de los 70, que vivió una cruzada especial contra los excesos de velocidad cometidos especialmente en las ciudades.
Antecesores poco eficaces
En Liverpool en concreto, la policía se movía en modelos de rendimiento discreto, como los Wolseley (en España se vendería como Morris 1.300, aunque con un diseño algo diferente) o Vauxhall Viva (similar al Opel Kadett de la época).
El Vauxhall se trataba de un coche más bien grande y poco ágil para iniciar una persecución por los callejones estrechos. Y en el Wolseley también se echaba en falta un mejor comportamiento a la hora para garantizar la seguridad de sus ocupantes mientras quizá iban a toda velocidad tras un Sunbeam Alpine robado.
77 CV y muy ágiles
¿Cuál fue la solución de los responsables de la policía de aquella localidad? Encargar una flota de 27 Minis. Pero no Minis 'cualquiera', sino en su versión Cooper S. El coche era diminuto (medía 3,05 metros de largo) pero exhibía ya la agilidad de un kart y su motor de 1.275 c.c. le proporcionaba 77 CV, que unidos a un peso de solo 584 kg hacían del pequeño coche de policía un arma imbatible en ciudad. Si a los 'malos' les sorprendía al volante la llegada del pequeño Mini, podían desistir porque casi seguro que no iban a escapar.
Comparado con el Seat 1500 que empleaba la policía en España en 1970, sin duda más grande, señorial y elegante, pero mucho más lento y torpe, las ventajas para las autoridades británicas eran evidentes.
Un año de servicio
El coche que ves es uno de los escasos supervivientes de aquella peculiar flota. Y parece ser que solo sirvió de coche patrulla durante un año antes de pasar a manos privadas, que lo han ido mimando hasta el punto de que hace poco su propietario se gastó 30.000 euros en su restauración, que incluyó adhesivos idénticos a los que lucía el coche cuando patrullaba y una emisora con la que seguro que ya no escucha las conversaciones de la policía.
Ahora el coche va a ser subastado por Broad Arrow Auctions este 3 de marzo en Amelia Island (Florida, Estados Unidos). Y aunque allí sientan una pasión especial por los potentes V8, seguro que no le faltarán 'novias' a este icono del automovilismo, por el que los expertos han previsto un precio de venta nada 'mini': entre 37.500 y 47.000 euros.