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¿Te imaginas que un bólido de las 24 Horas de Le Mans se convirtiera en un coche de calle, de los que sufren atascos, paran en los semáforos de las calles y reciben rozones cuando el estaciona delante aparca 'de oído'? Suena a algo imposible, pero se ve que esta palabra, "imposible", no entraba en el vocabulario del Conde Rossi, como tampoco de los responsables de Porsche.
Gregorio Rossi di Montelera, empresario y heredero de Martini Rossi, era un noble italiano acostumbrado a los caros hobbies de los millonarios, como las carreras de trineos o las de lanchas. También le gustaban los coches, y entre ellos parecía sentir una especial predilección por Porsche, vistos los éxitos que había conquistado la marca alemana con el 917K. No era para menos, ya que el bólido alemán había conquistado Le Mans en 1970 y 1971 gracias a su magnífico chasis y a su motor V12 capaz de hacerle rozar los 400 km/h.
Sabía que guardaban un 917K
Martini Rossi y Porsche tenían por entonces una relación muy especial, ya que la marca de bebidas se había gastado un dineral patrocinando algunos de los coches oficiales de Porsche en las pruebas de resistencia. Y esto, hacía que Gregorio Rossi, que sabía que en Porsche guardaban un Porsche 917K casi sin usar, fuera para los responsables de Porsche alguien que había que tener tanto agradecido como contento.
Así que estudiaron con atención la propuesta que el italiano les lanzó aprovechando una visita a Stuttgart, aunque nadie hasta entonces les hubiera pedido nada igual: quería comprarles aquel 917K para su uso personal. Pero no en circuito, sino en vías públicas, lo cual suponía un reto a la hora de hacer las transformaciones legales. Hoy día una petición semejante respecto a un prototipo de Le Mans elevaría el coste hasta lo inimaginable, ya que al precio del coche en sí (entonces costaba como unos 10 Porsche 911 de la época) habría que sumar todo el gasto en pruebas de choque (destrozando varias coches idénticos) para homologar el vehículo. Pero entonces, aunque también carísimo, el reto se podía intentar.
Lo necesario para homologarlo en EE.UU.
El chasis 030 solo había sido empleado por Helmut Marko y Gérard Larrousse en los 1.000 km de Zeltweg, celebrados el 27 de julio de 1971. Ni siquiera había terminado la prueba porque un reventón de un neumático le había obligado a abandonar, por lo que estaba prácticamente inmaculado. Así que le añadieron un silenciador a su tubo de escape, espejos retrovisores, intermitentes, rueda de repuesto, bocina... Y le añadieron un interior algo más elegante, con asientos en cuero tostado (tapizados por Hermes) y guarnecidos de ante por techo e interior de las puertas.
Aun así, el coche no obtuvo la homologación para circular por carreteras europeas, pero encontraron la solución de matricularlo en Estados Unidos, donde la ley en este sentido era más laxa. Esta es la razón por la que el coche comenzó a rodar hace ahora 50 años por las carreteras del mundo con una placa del estado de Alabama.
Hoy día el coche está matriculado en Reino Unido pero se encuentra en el sur de Francia, donde de vez en cuando lo disfruta Manfredo, hijo de Gregorio Rossi. Dicen quienes lo guardan que está en perfecto estado mecánico, con la pintura original y listo para poder circular (si las leyes lo permiten) otros 50 años.