No fue el mejor partido de la carrera de Güler. El futbolista del Real Madrid, suplente ante Portugal y entró en el 70', abandonó el encuentro contra la República Checa en el 75' por Tosun y lo hizo aplaudiendo a una grada que le adoraba antes de empezar el partido, pero tampoco se mostró muy volcada con su joven estrella. Tímidos aplausos y a seguir, que el 1-1 de por entonces apretaba.
De incógnito, o prácticamente, pasó Arda Güler por el encuentro contra la República Checa. Montella hablaba personalmente con Güler tras cada parón y le exigía la manera de jugar que debería tener su selección, como si del futbolista del Real Madrid dependiera todo. El timón de esta selección turca lleva el 8 y tiene 21 años, pero no acabó siendo tan decisivo como esperaba de él el técnico italiano de los turcos.
Empezó muy bien el joven futbolista, pero acabó bajando los brazos a medida que su selección se iba haciendo pequeña ante unos checos que jugaron con un futbolista menos desde el minuto 20 de partido. En el 75', y cuando más caliente estaba el encuentro, Montella le sustituyó. La joya turca tendrá mejores tardes sobre el césped alemán.
Para elegante, el lanzamiento del gol de Turquía. Çalhanoglu remató de la única manera en la que podía poner el balón en el palo largo checo, a tal punto que acabó 'lesionando' al meta rival a causa de la estirada con la que intentó, sin éxito, detener la trayectoria de un balón que desde que salió de la bota del futbolista del Inter estaba predestinado a acabar entre los tres palos. Definición con mucha clase.
Si Arda Güler fue la manija de Turquía, la magia la puso Kenan Yildiz. El turco, nacido en Alemania, cuajó un gran partido contra los checos y se mostró siempre como una de las mejores opciones ofensivas del conjunto de Montella. Sobre todo en la primera mitad, Yildiz comandó la ofensiva turca, aunque tambén es cierto que con el paso de los minutos su incidencia fue bajando, a medida que la clasificación turca como segunda de grupo se acercaba a ser una realidad. En la segunda mitad tuvo una de las mejores jugadas del partido, pero se acabó encontrando con Kovar, que le denegó el tanto.
Cómo no afrontar un partido decisivo para clasificarse a las eliminatorias ha sido la escenificación de Antonin Barak. El futbolista de la Fiorentina vio una tarjeta amarilla en el 11' por agarrar a un rival de la camiseta y en el 20' vio la segunda tarjeta amarilla por llegar tarde a una entrada sobre Özcan, que acabó con el checo pisando el pie del turco, que se retorció de dolor. Segunda amarilla, justa, y un partido de 20 minutos para el '7' de Chequia.
¡Qué dolor! Stanek estaba haciendo un gran partido bajo los palos checos y tuvo una gran intervención en la misma jugada del tanto turco. La estirada que intentó para detener el lanzamiento -perfecto- de Çalhanoglu le acabó mandando antes de tiempo a vestuarios, pero en los 55 minutos que disputó fueron de gran nivel.
Gunok dio vida a las esperanzas checas con su fallo en el tanto de Soucek. El guardameta de 35 años del Besiktas resolvió bien en las pocas ocasiones en las que los rivales asediaron su portería, pero falló en la peor de todas. En el gol checo tenía que haber cogido el balón, pero un encontronazo provocó que el esférico se le escapara y acabara propiciando el tanto rival.
La afición turca es de película. Ellos mismos dicen que son los coanfitriones del torneo junto a los alemanes y se encargan de recordarlo tras cada partido, donde son ámpliamente mayoría que su rival y no faltan las bengalas, los cánticos y el apoyo a los suyos vayan como vayan. De momento ya están en octavos y ojo que con el empuje de los suyos los de Montella se sienten más arropados que cualquier selección... salvo Alemania.
La ovación del encuentro debe ser para la República Checa. Es cierto que no acabaron metiéndose en los octavos de final, pero fueron el mejor equipo sobre el césped de Hamburgo. Jugando con un futbolista menos desde el minuto 20 por la expulsión de Barak y en ningún momento le acabaron perdiendo la cara al partido. El tanto turco llegó tras una serie de rebotes que, eso sí, acabó resolviendo con magia Çalhanoglu, pero los centroeuropeos acabaron asediando a los turcos. Cayeron con honor.
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