La situación en el mallorquinismo es muy tensa. Hacía muchos años que no se vivía un momento de crispación tan grande y con tantas partes implicadas: plantilla, afición y directiva. Hay una crisis social y deportiva evidente, que marca la actualidad del club. Para ir apagando uno de estos incendios, Alfonso Díaz, CEO de Negocio de la entidad, se ha reunido a las nueve de la mañana con el equipo de comunicación del club en uno de los hoteles más lujosos y discretos de la isla situado en Illetes.
El objetivo es claro: diseñar una estrategia para solucionar el problema social que se está viviendo en el Mallorca. La división dentro de la afición y de un sector de la grada de animación con algunos jugadores preocupa mucho. Hacía tiempo que no se vivía una situación tan nerviosa. No hay una sola razón, sino que es la acumulación de muchas las que han formado un caldo de cultivo que estalló en el último partido de Liga en Son Moix el pasado domingo contra el Getafe.
Ruptura social peligrosa
La afición hace tiempo que dijo basta. Las peñas han hablado abiertamente de que hay un problema de fondo desde hace tiempo. Entienden que la dirección de la entidad, en referencia a lo social y al apartado de negocio, vive en una realidad paralela y están en otras cosas que sólo empeoran la experiencia del ‘aficionado de toda la vida’.
Sobre todo, se reclama una figura institucional que represente a los aficionados desde la planta noble. “El club no muestra ninguna ambición por dar un paso adelante: al contrario, ha alimentado un ambiente frío y enrarecido”, explicó el Moviment.
“La gran diferencia entre una empresa y un club de fútbol son los aficionados y el sentimiento. Una combinación que puede lograr objetivos que sin duda parecen imposibles. Invitar a personas con millones de seguidores en redes sociales a las zonas VIP puede hacerte crecer en números, pero la clave que sostiene a un club de fútbol es saber cuidar a la afición y el sentimiento de pertenencia”, reza parte del comunicado.
Objetivo
La misión es complicada en un momento delicado porque si muchos aficionados se desenganchan del equipo, las cuentas económicas lo notarán con la campaña de abonados de la próxima temporada al caer. Además, con el mercado de fichajes a la vuelta de la esquina, esta imagen es menos atractiva a la hora de adquirir futbolistas. El objetivo es encauzar la situación y que la división se convierta en unión.
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