Si algo no le faltó a Osasuna en la última jornada fueron las ganas. Quizá por eso duela, más si cabe, haberlo tenido en uno mismo. Ya lo dijo Vicente Moreno en la rueda de prensa: “Dependemos de nosotros mismos”.
El técnico de Masanasa no quiso precipitarse pensando en los otros resultados y puso el foco en la victoria de los suyos. Hizo bien, porque el empate del Rayo Vallecano ante el Mallorca dio vía libre a Osasuna para entrar a Europa ganando al Alavés. Un “favor” tan inesperado como romántico de un Mallorca entrenado por el querido y irado en Pamplona, Jagoba Arrasate.
Aún así, la racha negativa de una victoria en 18 partidos a mitad de temporada acabó pasando factura a un equipo que, como una montaña rusa, empezó y acabó al mismo nivel pese a sufrir varios altibajos. Quién diría que caer en cuartos de final en la Copa del Rey y estar a un gol de jugar Conference League es duro y difícil de digerir. Quién diría que Budimir iba a ser el tercer máximo goleador del campeonato o Sergio Herrera iba a ser el segundo portero con más paradas, y no iba a ser suficiente. Pues no lo ha sido, pero Osasuna ha encontrado algo más importante, el camino que debe seguir en las próximas temporadas
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