El 8 de marzo de 1942, el Celta visitaba al Atlético Aviación en un duelo correspondiente a las últimas fechas del campeonato. Faltaban solo tres jornadas para el final de una Liga que el Valencia conquistó con autoridad. Los rojiblancos terminaron como subcampeones, mientras que el Celta vivió como la gran revelación del tramo inicial, llegando a liderar la clasificación durante tres jornadas.
En aquel encuentro, la victoria fue para el Atlético Aviación, con goles de Arencibia y Marín. Aprovechando el doble compromiso en Madrid —primero en el Metropolitano y, dos semanas después, en Chamartín—, MARCA decidió contar la historia de una de las grandes sensaciones de la temporada: el tinerfeño Juan del Pino. El delantero del Celta sumaba 19 goles en aquel momento, con actuaciones destacadas como un póker ante el Alicante y un triplete frente a la Real Sociedad.
"¿Pero es usted Juan del Pino?"
En 1942, la información no se parecía en nada a la actual. El redactor de MARCA se presentó en el hotel en busca del canario Juan del Pino, con una imagen clara en la cabeza: un hombre de pelo muy negro y con bigote.
“Le esperábamos en el vestíbulo y, al poco tiempo, se nos acerca un muchacho alto, fornido, que nos pregunta si le buscamos a él”, se lee en la página 16 del semanario publicado el 10 de marzo.
El texto continúa con un diálogo digno de una escena de cine costumbrista:
—No, señor. Hemos preguntado por el delantero centro, por Del Pino.
—Servidor. ¿Qué desea?
—Debe haber un error, pero... ¿Es usted Juan del Pino?
—Desde que nací, sí, señor.
—Pues...
—¡Ah, claro! Ustedes no me han visto desde el año pasado. Y ese que corre ahora por las fotografías... Les voy a explicar: ha ocurrido en mí cierta metamorfosis. Ustedes me conocían con abundante cabellera negra y hasta con bigote. Pero hace tres meses, a consecuencia de un fuerte traumatismo, complicado después con un problema en la boca que me echó a perder la sangre, me quedé sin cabello, sin pestañas y hasta sin bigote. Ahora, vean qué desastre: este pelo incipiente y blanco que me crece.
—¡Caramba, hombre! Pues sentimos que le haya pasado semejante desgracia.
—¿Y qué le vamos a hacer?
Del Pino no marcó ante el Aviación, pero el 22 de marzo —tras el parón para que España ganara 4-0 a Francia— hizo dos goles del 2-3 en Chamartín. Era la primer vez que el Celta ganaba en la casa del Madrid, algo que se repitió en la temporada siguiente: 2-4, con el 0-1 de Del Pino y los dos goles finales del Celta de otro tinerfeño, Francisco Roig.
Invasión canaria en Vigo
La llegada de Del Pino a Vigo fue en 1940. Lo hizo con otros tres tinerfeños: Sabina, Mundo y Victorero. En el Celta les esperaba Roig. El entrenador era Joaquín Cárdenes, también nacido en Santa Cruz.
Las raíces futbolísticas de Del Pino estaban en un equipo de su tierra, el Price. Era un club fundado en 1936 porÁngel Arocha, el primer internacional español de Tenerife. Nacía de la fusión de dos clubes de la ciudad: el Cataluña y el Salamanca. Del Pino era salmantino.
Se trataba de un ariete de más de metro ochenta, fuerte y poderoso de cabeza. Su fama voló a la península. Madrid, Aviación y Oviedo llamaron a su puerta. Pero él, temeroso del cambio por tener que dejar Canarias, eligió el Celta por una razón sencilla: en Vigo estaría rodeado de paisanos y amigos.
Le creció el pelo tras la enfermedad y los goles fueron siempre su seña de identidad. En las tres temporadas que estuvo en el Celta estuvo siempre por encima de los 10 en la Liga: 12, 22 y 15.
Récord en Sabadell
En septiembre de 1943 se convirtió en uno de los movimientos del verano. Dejaba Vigo y se marchaba al Sabadell, un equipo que se estrenaba en Primera. Del Pino marcó 21 goles, dos de ellos al Celta: los que cerraron en 4-0 en la Creu Alta y el 0-3 de Balaídos. Suyo es el récord de goles de un jugador arlequinado en las 14 temporadas del club en Primera.
El final de la carrera de Del Pino fue en Segunda y con el Córdoba. En la ciudad de los califas se pierde la pista del gran goleador. Juan del Pino murió en Venezuela en mayo de 1989. Le quedó la espina de no haber jugado con la selección española. Estuvo a punto. Eduardo Teus lo convocó en abril de 1942 para los amistosos ante Alemania e Italia, en Berlín y Milán. Sin embargo, una extraña enfermedad lo apartó de los planes de la selección. Nunca más volvió a ser considerado por los seleccionadores, a pesar de su gran relación con el gol.
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