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El oro olímpico de París ha supuesto un antes y un después en la selección femenina de waterpolo. El único título que les faltaba ha sido el broche dorado para algunas de las jugadoras más veteranas, cuyo papel ha sido clave en la consecución de los éxitos en los últimos 12 años y que han decidido poner punto y final a su etapa con el combinado nacional.
París fue el último vuelo, por ejemplo, de ‘Pajarito’. La portera Laura Ester anunció la semana pasada su adiós a la selección y su retirada del waterpolo a final de esta temporada después de haberlo ganado absolutamente todo, también a nivel de clubes. Desde entonces vive una montaña rusa emocional. “Nunca es fácil decir hasta aquí, pero tras el oro olímpico era el mejor momento para cerrar un ciclo. Cuando llega ese oro tan ansiado y luchado encuentras esa paz”, dice la guardameta de 34 años, que tiene claro con qué se queda tras 16 años defendiendo los colores de España. “Es muy difícil quedarse con algo, pero si tengo que elegir me quedo con todas la compañeras con las que he compartido equipo estos años. Vale más la amistad que las medallas”, dice convencida.
Me quedo con todas la compañeras con las que he compartido equipo estos años, vale más la amistad que las medallas
La catalana ha sido siempre un ejemplo dentro y fuera de la piscina, anteponiendo al equipo por delante de ella. En los últimos tiempos había cedido protagonismo bajo los palos a la joven Martina Terré, a la que siempre ha tratado de ayudar. “No es fácil pasar del agua a estar fuera pero asumes un rol diferente, tienes que saber estar y ayudar al equipo aunque no sea desde dentro de la piscina. Se trata de aceptarlo para sumar y no restar”, explica con sencillez.
“Yo he crecido con ella como portera de la selección y del Sabadell. Cuando llegué en 2022 a la selección, para mejorar mi rendimiento me fijé en su técnica impoluta y en sus movimientos para posicionarse rápido.Lau siempre me ha transmitido la confianza de que está ahí para ayudarme, entendía que era mi momento y siempre ha sabido estar. En esta transición he tenido a mi lado a una persona no de 10 sino de 100. Siempre me ha dado consejos y antes de los partidos me transmitía confianza”, confiesa Terré.
El gen competitivo se transmite
Martina reconoce que su llegada a la selección hace dos años cambió su forma de entender la competición. “Yo antes era cero competitiva, me daba igual ganar o perder. Pero cuando empecé a jugar con ellas, incluso ganando de 1 o de 10, pero habiendo jugado mal, salía ese gen competitivo. Somos un equipo que siempre busca mejorar, luchadoras y es nuestro ADN, el que ha llevado a la selección a estar donde está. Vamos a buscar el podio en cualquier campeonato, ahora no entiendo el deporte de ninguna otra manera”, dice Terré. Y esa forma de entender la competición se la han transmitido las que ahora dicen adiós.
Era cero competitiva antes de llegar a la selección, pero aquí va en nuestro ADN
Comienza una nueva etapa en la que tampoco estará Miki Oca, quien ha estado al frente de la selección los últimos 14 años. El madrileño anunció por sorpresa su adiós la semana pasada a través de la agencia EFE. No lo esperaban ni las jugadoras. “Nos enteramos a la vez que vosotros (la prensa), pero el gen guerrero es cosa nuestra. Confío al cien por cien en ellas. Me voy tranquila sabiendo que el waterpolo se queda en buenas manos y van a seguir alargando la historia”, dice Laura Ester. “Los cambios siempre son buenos. Creo que él se va tranquilo. Lo ha ganado todo y ha tomado su decisión”, añade Bea Ortiz, otro de los pilares de la selección, con la que debutó hace 11 años. “Hubo momentos durísimos donde dan ganas de mandarlo todo a la mierda. Piensas en dejarlo, es durísimo para todas… pero merece la pena”, reconoce.
Hubo momentos durísimos donde dan ganas de mandarlo todo a la mierda, pero al final merece la pena
Con 29 años, Ortiz pasa a ser una de las veteranas y líderes ante la marcha de su gran amiga Laura Ester y de la capitana Pili Peña, dos de las cuatro supervivientes de aquella primera medalla de plata olímpica en Londres 2012 con la que comenzó el exitoso camino de esta generación. Las otras dos son Maica García y Anni Espar, que se ha ido a jugar unos meses a Australia, como ya hizo en el pasado. Las cuatro no están en la primera convocatoria para 2025. Del 26 al 30 de diciembre el equipo se entrenará en Tenerife y del 2 al 5 de enero hará en Nápoles un segundo stage. Ambos para preparar la World Cup de Alexandropolis (del 12 al 20 de enero). La recta final de esta concentración será en el CAR del Sant Cugat del 7 al 11 de enero.
“Ahora mismo estoy muy bien física y mentalmente pero quiero finalizar ya mi etapa en la selección. No es porque hayamos conseguido la medalla de oro sino porque me quiero ir con la sensación de haberlo dado todo y con la cabeza alta. Si hubiésemos sido plata o bronce, hubiese tomado la misma decisión”, asegura Pili Peña. “Después de haber vivido dos finales olímpicas, esta vez sentía que era la definitiva”, añade.
Ahora mismo estoy muy bien física y mentalmente pero quiero finalizar ya mi etapa en la selección porque me quiero ir con la sensación de haberlo dado todo y con la cabeza alta
La familia crece
Tampoco empezará el año con el equipo Judith Forca, embarazada de cuatro meses. “Sigo entrenando pero hay muchas cosas que no puedo hacer, al menos así me quito la espinita de no dejar de golpe el waterpolo. Hacía tiempo que la maternidad me rondaba por la cabeza pero antes tenía un objetivo muy claro: soñaba con el oro olímpico. Entrenamos mucho para ello, se cumplió mi sueño y ahora quería hacer realidad mi segundo sueño, que es formar una familia”, dice con una sonrisa.
Las 13 posan con la mano sobre la tripa de Judith. “Somos 14 en esta foto contando con Clara”, dice sonriendo. Todas están emocionadas con su llegada. “Va a tener 12 'titas'. Tita Pili, tita Bea… Va a estar super cuidada por todas”, añade. Porque son un equipo y, por encima de todo, una familia.
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