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El golpe de Paul Newman en las 24 horas de Le Mans

En 1979, cuando ya era un mito, el actor, un fanático de los coches, participó y quedó segundo en la mítica prueba que se disputa el próximo fin de semana

El legendario actor, un seguidor de la velocidad, participó en la edición de ese año y quedó segundo.
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En 1979 ya había interpretado a un buscavidas con el taco de billar que se jugaba la mano en garitos donde se escondían pistolas, cojeras y maleantes; y a un presidiario que demostraba cómo había que echarle huevos (medio centenar) a una digestión; y a un timador de pajarita que daba un golpe entre apuestas de cartón piedra, trampillas y matones. Esto sucedía en los rollos de celuloide, pero a Paul Newman (1925-2008) también le apasionaba la velocidad, la percha para participar en Las 24 horas de Le Mans del 79.

La mítica prueba de resistencia se celebra este próximo fin de semana, sepultada en el calendario por la fuerza de la parrilla de la Fórmula-1. A salvo en la actualidad de una avalancha de glamour, sin embargo nadie ha olvidado lo que se vivió en aquel trazado en el 79.

Paul Newman posa junto a su coche en las 24 horas de Le Mans de 1979
Paul Newman posa junto a su coche en las 24 horas de Le Mans de 1979GETTY IMAGES

La adicción del actor al volante le venía casi de fábrica y se impulsó en 1968 durante el rodaje de 500 millas (’Winning’), una película que no pasaría de ser una anécdota en su historial de cintas eternas.

Un nombre camuflado

Para el papel, por el que le pagaron la cifra récord de 1,1 millones de dólares, el actor de rayos láser en la mirada, alérgico a ser doblado, necesitaba un adiestramiento que se convirtió en una pegatina a la gasolina y los circuitos.

Paul Newman se engrasó en la escuela de Bob Bondurant en la que obtuvo su licenciatura para participar en carreras. No se iba a conformar con dejar su nombre en la cartelería. Su objetivo era más ambicioso y debuta con un Lotus en 1972 en Connecticut. Para esquivar molestias se inscribe como P.L. Newman, Lime Rock, Conn.

Rectas y curvas se convirtieron en el postre perfecto para la celebridad. Las 24 horas de Le Mans, una prueba legendaria de resistencia, era la pasarela ideal para exhibir su destreza. Antes lo había pensado otro icono fanático de la velocidad, Steve McQueen, pero las aseguradoras se opusieron ante el riesgo de lesión de uno de los actores que dinamitaban las taquillas.

La lluvia y el acoso

Así, ya decidido, la edición de 1979 de Le Mans iba a contar con un participante de una dimensión colosal. Con un Porsche 935, Paul Newman –con su identificación de PL Newman– formó parte del equipo Dick Barbour Racing, comandado por el propietario, el citado Barbour, y el piloto Rolf Stommelen.

Era un tiempo en el que Porsche se paseaba por los asfaltos del planeta. Entre 1976 y 1984 lograría más de 150 victorias en circuitos repartidos por el globo. El 935 que iban a pilotar en Le Mans aparecía como una versión mejorada del 911. Cualquiera de los modelos estaba listo para sacar el champán en el podio francés. Si era con Newman, una foto que sería histórica, mejor.

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Paul Newman

Newman y sus socios completaron 4.087 kilómetros en 299 vueltas al circuito con 140.000 espectadores en las gradas. En la segunda hora de la prueba el equipo se colocó entre los diez primeros. A las diez horas ya figuraba en el top-5. Durante la decimoquinta hora el actor y sus dos compañeros se sitúan en la segunda posición. 

Están con opciones de ganar, pero un problema en la junta de la culata les deja al borde de la gloria por detrás del Porsche de Klaus Ludwig y Bill y Don Wittington, dos hermanos que con el paso de los años acabarían con severos problemas legales al ser acusados de narcotráfico. La velocidad también les servía para transportar sustancias prohibidas.

De la lista de candidatos al triunfo se cayó uno de los clásicos, el belga Jacky Ickx,  que abandonó en las primeras vueltas por problemas mecánicos en su Porsche 936.

Cartel de la película '500 millas', de 1968, uno de los hechos que aumentaron la pasión del actor por la velocidad. 
Cartel de la película '500 millas', de 1968, uno de los hechos que aumentaron la pasión del actor por la velocidad. 

La media de velocidad del equipo de Paul Newman fue de 170,320 km/h., lastrada por la lluvia que durante horas mojó el recorrido. Fue suficiente para que el equipo lograra esa segunda posición en la general y venciera en la de vehículos de su clase.

Acosado por los paparazzi, de los que se dijo que habían trepado por el castillo en el que se hospedaba para obtener una instantánea eterna, el actor prefirió no repetir la aventura en Le Mans y centrarse en el suelo norteamericano donde entre rodaje y rodaje no perdía el tacto con el volante. Newman no frenaba y en 1983 funda con Carl Haas el equipo Newman/Haas Racing.

En el libro Guinness

El paso del calendario no le hacía derrapar y en 1995, con 70 años, Paul Newman conquista con un Mustang las 24 horas de Daytona. El Libro Guinness de los Récords le abre un hueco en su garaje como el ganador más veterano de una carrera.

Tantos años en los circuitos daban para recolectar piezas con las que llenar un museo. Tras su muerte, la legendaria casa Sotheby's subastó varias de sus pertenencias acumuladas relacionadas con el automovilismo. Una foto suya con Nigel Mansell y su dedicatoria se vendió por 5.000 dólares; un mono de carreras alcanzó la cifra de 6.000; y por su Corvette se pagaron 67.000. Su mirada no entró en la puja.

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