Carlos Alcaraz y Novak Djokovic protagonizaron la madrugada del domingo otra final que será recordada durante mucho tiempo. Esta vez fue con el título del Masters 1000 de Cincinnati en juego.
El murciano, que venía de derrotar al serbio sobre la hierba de Wimbledon, cedió en tres apretados sets tras 3 horas y 49 minutos. Nunca antes había durado tanto un partido en la última ronda de Cincinnati. Era la final a tres sets más larga en el circuito ATP desde 1990.
Por eso Djokovic lo celebró como si se tratara de una corona de 'Grand Slam'. Los que conocen al balcánico saben lo mal que lo pasó con su derrota en el tercer grande del curso. En su palmarés figuran 95 entorchados, pero sólo en una ocasión lo había celebrado de manera tan efusiva.
Su celebración, destrozando su camiseta Lacoste por la mitad, recordó a la instantánea que dejó en enero de 2012 cuando se llevó el Open de Australia ante otro español, en este caso Rafael Nadal. La lucha se alargó por espacio de 5 horas y 53 minutos.
"Los españoles nunca mueren", le decía Alcaraz en tono de broma a la conclusión. "Es una frase que ya había escuchado antes", contestaba 'Nole', en clara referencia a su rivalidad con Nadal, la más repetida en la historia del deporte de la raqueta con 59 enfrentamientos (30 a 29 para Djokovic).