Noches del Botánico ha sabido reinventar, de la mano de sus directores, Julio Martí y Ramón Martín, el verano madrileño convirtiendo el jardín de la Complutense en un oasis de ritmo, talento y biodiversidad cultural.
Novena edición de Noches del Botánico, ¿cuáles son las principales novedades a nivel artístico y de infraestructuras?
Ramón Martín: Cada vez tenemos mejores artistas que demandan mayores infraestructuras. Además, tenemos que adaptarnos a las necesidades de un elemento vivo como es el Jardín Botánico. Seguimos luchando para conseguir la excelencia y mejorar la experiencia del público en cada nueva edición.
Julio Martí: Vamos cumpliendo sueños, como la presencia de Van Morrison, Morrisey y Santana en esta edición. Nos esforzamos para mantener nuestra característica diversidad y presentar alguna novedad, como un primer acercamiento al reguetón. También hemos subido el presupuesto para gastar un millón de euros más en artistas. Intentamos mejorar dentro de nuestras posibilidades, puesto que hay que cumplir con el aforo y mantener los precios dentro de lo razonable.
La presencia de artistas como Van Morrison,
Morrissey y Santana en esta edición es, sin duda, un sueño cumplido
¿Se puede ser coherente con el cartel y vender todos los tickets o hay que hacer concesiones para asegurar el aforo cada jornada?
R.M. y J.M.: La pauta no es otra que ser coherentes y, puntualmente, probar con algo nuevo. Intentamos ser diferenciales y cada vez tenemos más artistas exclusivos que sólo pueden verse aquí.
¿Cómo le explicarían a un extraterrestre qué es el Festival?
J.M.: No vas a disfrutar de nada mejor en la Tierra. Vas a querer quedarte aquí para siempre (risas).
¿Cuál es el secreto para que el engranaje funcione tan bien en un evento que tiene 50 paradas?
R.M.: No hay secretos, mucha pasión y escuchar al público.
J.M.: Siempre digo lo mismo: ‘Quiero un festival al que me apetezca ir todos los días’. Ten en cuenta que dura 50 días, hay que disfrutarlo cada noche para que el público también lo disfrute.
Van Morrison, Morrissey y Santana no parecen fáciles de convencer. ¿Cuál ha sido la contratación más compleja de esta edición?
J.M.: Morrissey ha sido muy complicado, llevamos 12 meses organizándolo. Hasta que no le veamos en el escenario no estaremos tranquilos, es el artista que más cancela del mundo. Van Morrison es un sueño cumplido y Santana también ha sido muy complejo.
R.M.: Morrissey, sin duda. Además, su activismo vegano y las restricciones que impone a nivel gastronómico harán que se cambie la hoja de ruta el día de su concierto.
Imagino que sus chisteras estarán llenas de trucos para improvisar soluciones de emergencia.
J.M.: Nos ha tocado lidiar con muchos inconvenientes atmosféricos. Salvar el concierto de Bob Dylan de 2023 fue épico. Hubo mucha tensión. Recuerdo también en 2019 cuando Zach Condon, cantante de Beirut, no quiso salir. Devolvimos el dinero y, además, lo compensamos con otra actuación.
R.M.: Estamos todos tan involucrados que ya somos como una familia. Todos nos ponemos manos a la obra para que el show continúe. Un ejemplo es el concierto de Sheryl Crow del año pasado después de un aguacero espectacular.
Intentamos ser diferenciales y tener cada vez más artistas que sólo pueden disfrutarse
en nuestro festival
Noches del Botánico es un modelo de éxito. ¿Sentís que la competencia os empieza a imitar?
J.M.: Hemos luchado muy duro para ser un referente, primero en la ciudad de Madrid y luego a nivel nacional e internacional.
R.M.: En nuestro modelo es importante la independencia, no tenemos ayudas económicas de ningún organismo público. También es fundamental cómo se ha estrechado el vínculo con la Universidad Complutense, un compañero de viaje inmejorable.
¿Se han convertido los decibelios en los principales enemigos de los espectáculos musicales?
R.M.: Hay una movilización por el ruido que antes no había. Hay que evitar que Madrid se convierta en una ciudad ruidosa, pero entendiendo lo que significa un concierto. Se han cometido errores en estadios que ahora pagamos todos.
J.M.: En Estados Unidos tienen un control sónico de los conciertos envidiable. Eso todavía no lo tenemos en España y es uno de nuestros objetivos: intentar tener la máxima calidad en el sonido.
Las plataformas dominan el mercado, ¿cómo ven la salud de la música en directo?
J.M.: La música en directo sigue creciendo dentro del mundo del ocio. La gente necesita los conciertos. La máxima expresión del entretenimiento del mundo es el deporte, después, sin duda, la música.
¿En qué se diferencian de los macrofestivales?
J.M.: Yo nunca creí en ellos. Cuando empecé mi carrera, después hacer tres estadios, me dije: ‘Yo no puedo con esto’. No entra en mi mentalidad, se disfruta como máximo de tres grupos. En esos festivales entra más en juego el aspecto hormonal y menos el musical.
R.M.: Tiene que haber eventos para todo tipo de edades y estados de ánimo. Los macrofestivales no se centran tanto en la música, son más para vivir una experiencia.
Noches del Botánico es una máquina de recolectar premios. ¿Qué galardón les ha hecho mayor ilusión y qué hacen para que el éxito no se les suba a la cabeza?
J.M. y R.M.: Todos los premios se reciben con agrado, pero no les damos importancia. Siendo sinceros, algunos ni nos enteramos, como los Iberia Awards. Este año también nos dieron el Madrid Open Cities y no sabíamos ni cómo vestirnos para la gala. Nos gusta más la gente que viene a los conciertos que los premios.
¿Qué artista ha hecho la petición más extravagante?
Woody Allen, en la edición de 2019, nos pidió que en sus traslados el coche nunca pasara por un túnel. Decían que Michael Jackson pedía que tuvieran M&M en el camerino pero quitando los de color amarillo. Era su manera de decir: ‘Si cumples con algo tan absurdo, cumplirás con las demás peticiones’. Sólo me molesta el que no saluda cuando llega, aunque a Bob Dylan se lo permito (risas).
R.M.: Por el tipo de artistas que tenemos, en general, no hemos tenido comportamientos de divo.
Hay una nueva movilización por el ruido, los errores cometidos en los estadios ahora los
pagamos todos
¿Qué legado aspiran a dejar en el Festival?
J.M.: Me gustaría que mi criterio musical ayudara a la gente, aunque no sé si lo lograré.
R.M.: Mi recompensa está en difrutar con lo que hago. Mi satisfacción está en el día a día.
Sueñen. Contraten a un artista o banda de cualquier época.
J.M.: The Beatles.
R.M.: Prince. Sería una pasada.
Formen una superbanda tipo Traveling Wilburys con diferentes músicos de esta edición.
J.M.: The Roots como banda, a los teclados Herbie Hancock y como vocalistas Chaka Khan y Maxwell.
Terminamos con un ejercicio de sinceridad: Julio define a Ramón; Ramón define a Julio.
J.M.: Julio es una bestia emocional. Ha nacido para el arte. Es muy pasional y también muy cabezón.
R.M.: No he conocido a nadie en esta profesión con la impresionante capacidad de trabajo y la pasión por el detalle de Ramón. Nadie tiene más ganas que él de que la gente disfrute con lo que hacemos.
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