En el velódromo, el más mínimo error puede enviar a los ciclistas al hospital. La explosión de una llanta o una descoordinación con el entrenador —que va a pocos centímetros, rompiendo el viento desde una moto— puede provocar una caída. Y a casi 80 km/h, y sin frenos integrados, el precio se paga caro.
Velocidad y ciclismo de pista
En el velódromo del Centro Mundial de Ciclismo de la UCI, en Aigle (Suiza), todo vibra con tensión controlada. MARCA estuvo allí, donde Craig MacLean, medallista olímpico en Sídney 2000, ahora guía a la nueva generación. Tras una carrera en la que rozó la gloria en cada curva, el escocés no ha perdido el gusto por el riesgo.
Para entrenar en pista, se utiliza una moto ligera que simula las condiciones de carrera. Craig conduce y su pupilo, el velocista lituano Vasilijus Lendel, lo sigue a rebufo. Están preparando una prueba de 300 metros: una vuelta y media a todo gas.
“Lo disfruto, pero te pone los nervios de punta. Algo muy pequeño, o una rueda explotada, puede mandar a un ciclista al hospital. Con el casco es imposible comunicarse, así que lo discutimos con días de antelación para que lleguen preparados a la pista”, dice Craig, con la serenidad de quien ya lo ha vivido todo.
El personal de la UCI explica a MARCA que los cascos se han vuelto cada vez menos seguros en nombre de la aerodinámica. Y los desarrollos técnicos no siempre han ido de la mano con la protección.
“Vamos a 80 km/h, si cometes un error te chocas. Necesitas concentración completa. A mí me gusta particularmente el sprint”, confiesa Vasilijus, aún con el pulso alto tras una serie.
Craig Maclean y un récord privilegiado
Craig lo observa todo desde la moto o desde la línea, corrigiendo posturas y ajustando ángulos. Antes de ser entrenador, MacLean logró la medalla de plata en Sidney, junto a Chris Hoy y Jason Queally en velocidad por equipos y fue campeón del mundo en la misma modalidad en 2002.
“La evolución de los cuadros… mucho es marketing, y también juego psicológico entre países. El cambio más grande realmente viene de la posición del corredor y los materiales que llevan ellos mismos. Puedes gastar mucho menos en tu bicicleta y tener un mejor rendimiento si inviertes más en el ciclista”, explica el británico.
Aún no se han abierto las ventanas clasificatorias hacia Los Ángeles 2028. Eso les da un respiro. Una pausa. Un “reset”, como lo llaman en el centro. Por estas mismas instalaciones, alguna vez pasaron Chris Froome o Biniam Girmay, y quizá algún día se diga lo mismo de Lendel. Si sucede, Craig MacLean habrá tenido algo que ver, una vez más.
La carrera de Craig tomó un giro radical cuando una enfermedad neuromuscular apareció en su vida. Cuando parecía retirado, volvió. Esta vez como piloto de tándem en paraciclismo, guiando a deportistas ciegos o con discapacidad visual. Fue oro paralímpico en Londres 2012. Es, hasta hoy, uno de los pocos atletas en la historia con medallas tanto en los Juegos Olímpicos como en los Paralímpicos.
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