Capítulo 1: Los primeros golpes
"Yo no tenía nada que ver con el boxeo". En las calles de Marchena, primero, en los barrios humildes de Almería, después, un niño llamado Faustino Reyes encuentra en ese deporte una salida, una razón y un refugio. Un mundo hasta ahora desconocido que le abriría las puertas del éxito unos años más tarde. Sin herencia deportiva ni ayudas para conseguirlo, su realidad cambia por completo el día que entra por primera vez a un gimnasio siguiendo a varios amigos. Con su entrenador Fernando Serra como segundo padre, Faustino comienza su ascenso (deportivo y académico) y llegan las primeras responsabilidades: "Compraba el frigorífico o la lavadora a mi madre. Me quedaba a veces sin dinero, pero me daba igual. Ayudaba a mi familia siempre. Éramos siete hermanos. Cuando mis dos hermanos pequeños, Carmen y Jesús, nacieron -Carmen ya tenía casi un año y yo tenía 11-, nos mudamos a Almería por motivos de trabajo de mis padres. Fue allí donde hice mis primeros amigos del barrio, y ellos practicaban boxeo", recuerda.
"Cuando empecé a ganar dinero con el boxeo, ya estaba en la selección española siendo muy joven. A los 14 años fui campeón de España. Todavía estaba en el colegio, aunque repetí dos veces 6º. Mi entrenador, Fernando Serra, para mí, el mago del boxeo en España, fue quien me obligó a estudiar. Gracias a él saqué el graduado escolar y luego incluso fui al instituto, aunque no lo terminé. A los 14 ya había terminado la EGB y me dejaban ir con la selección española en verano, tres meses. Vivía con mi entrenador, que era como un segundo padre para mí. Él quería que estudiara una carrera universitaria, que fuera buena persona y un gran boxeador. Empecé a cobrar 68.000 pesetas (unos 410 euros) al mes. Con eso ayudaba en casa. A veces me quedaba sin dinero, pero no me importaba", desvela Faustino Reyes.