Verstappen se lo toma a broma: "Era como estar jugando en el Mario kart"

Si desde fuera fue un bochorno, aparte de un engaño para los espectadores que habían pagado varios miles de euros por ver algo que no entendían ni por las pantallas, como es ver a pilotos yendo lo más lento posible en una carrera de F1, para los protagonistas fue algo parecido.

Max Verstappen se quedó en tierra de nadie y esperó a la última vuelta para realizar su segunda parada. Aguardaba una bandera roja con la que la carrera se pararía, el cambiaría las gomas (de forma legal, pues el reglamento lo permite) y seguir primero hasta el final. Pero eso no sucedió y se tuvo que conformar con el cuarto.

Sigue vivo en el Mundial, a sólo 25 puntos de Oscar Piastri, con dos tercios de la temporada por disputarse y con un coche que puede tener en Barcelona mucho que decir, volviendo ya a una carrera verdadera de F1 y no el 'fake' auspiciado por el reglamento que se vio este domingo.

El caso es que Max se mofaba de lo que había pasado en la icónica prueba del automovilismo, que queda muy tocada el mismo día de la Indy500, una verdadera carrera en la que los participantes van a todo cuanto da el coche.

Al ser preguntado por su estrategia de esperar la carambola, Max bromeaba. "No lo sé, la verdad es que casi estamos jugando a Mario kart. Luego quizá tengamos que instalarle piezas al coche. Quizás podamos lanzar plátanos. Sí, no sé, pista resbaladiza", decía sobre posibles inventos reglamentarios para el año que viene,

Colapinto, en la misma línea

Para Franco Colapinto, en términos parecidos a los del campeón. "Fue casi como salir un día de ruta (carretera) con la familia. Los de delante iban cinco segundos más lentos de lo que podían y cuando paré la primera vez, los alcancé en tres vueltas. No entendía nada", decía el argentino.

El fracaso de buscar espectáculo, que no es tal, debe servir de lección para los dirigentes de la F1, porque la línea entre show circense y deporte puede ser muy fina.